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    La caza
    Críticas
    1,5
    Mala
    La caza

    Caza de brujas

    por Quim Casas

    Ignoro si Thomas Vinterberg, uno de los instigadores del movimiento Dogma 95 y de todo lo que vino después, para lo bueno y para lo malo, para la revolución y para el puro artificio, ha visto alguna vez dos películas de un director estadounidense de la era clásica tan olvidado como muchas veces denostado, William Wyler, dos películas que se titulan 'Esos tres' (1936) y 'La calumnia' (1961). Las dos se basan en la misma pieza de Lillian Hellman, una historia perversa en la que dos profesoras se ven involucradas en las difamaciones de una de sus jóvenes alumnas. Las dos películas son muestras bastante interesantes, especialmente la segunda, de un cine hollywoodiense comprometido sobre el que sobrevuela, en el caso evidente de 'La calumnia', temas como la delación; ecos, pues, de la caza de brujas.

    El contexto de 'La caza', la película de Vinterberg, es bien distinto, aunque las sociedades occidentales no han cambiado tanto en el último medio siglo. Y el tema es demasiado similar como para no pensar que Vinterberg conoce la existencia de la obra de Hellman y los filmes de Wellman y, en cierto modo, se ha inspirado en ellos. Aquí se trata de un profesor –recién divorciado, con un trabajo nuevo y preocupado por restablecer las relaciones con su hijo adolescente– sobre el que circulan rumores que se convierten rápidamente en certezas no confirmadas por la comunidad, pero certezas al fin y al cabo: la hija pequeña de uno de sus mejores amigos le acusa de habérsele insinuado, de haberle mostrado su pene, y a partir de aquí todo será un descenso literal a los infiernos.

    Nada nuevo, y menos como lo cuenta el director danés, quien a lo largo de su carrera no ha demostrado tampoco ser un desecho de sutilidad. La excelente interpretación de Mads Mikkelsen (recompensada con el premio al mejor actor en el pasado Cannes) le salva muchas veces la papeleta. Todo vale en un guión escasamente creíble, no en cómo circula la mentira y la difamación, sino en el papel que juegan personajes relevantes –la directora de la escuela, por ejemplo– y en la exagerada forma de convertir la situación en otra caza de brujas. De hecho, la niña no llega a decir nada realmente, todo está en boca de quien pregunta, y teniendo en cuenta que el protagonista es un tipo bien visto en la comunidad, que se sospeche tan alegremente de él y sea víctima del escarnio en menos de lo que trata Vinterberg en empalmar dos planos resulta muy poco creíble y convincente en el plano dramático: en un filme que aboga por el realismo y acaba siendo una sucesión de lugares comunes.

    A favor: la muy ajustada interpretación de Mads Mikkelsen.

    En contra: la cantidad de lugares comunes que maneja el guión.

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