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    Aloha
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    Aloha

    Love and rockets

    por Suso Aira

    El palo que ha recibido Cameron Crowe con este su último trabajo (y esperemos que NO sea su último trabajo), más allá de la tontería esa sobre el contratar a una actriz no hawaiana para hacer de hawaiana (cada vez nos la cogemos más con papel de fumar), es merecedor de un pequeño análisis. Digamos ya desde el principio que Aloha dista mucho de sus mejores trabajos (será muy complicado que alguna vez llegue al nivel de sinceridad, empatía, conocimiento de causa y brillantez cinematográfica de su obra magna: Casi famosos), que más bien es una muestra de su etapa actual, la de miniaturas más centradas en las pequeñas cosas y las emociones que en el retrato social, generacional o sentimental de toda una generación.

    Un lugar para soñar, de sus películas anteriores a esta que se estrena ahora, ya era eso: más simpática que trascendente (en el buen sentido no pedante), más ligera que profunda y con la cinefilia de Crowe, que es mucha, como simple apunte. En aquella historia sobre una familia que compraba un zoo, el referente era Howard Hawks; en Aloha es curiosamente la de un admirador irredento de éste (y casi yerno): Peter Bogdanovich. Aloha es La última película de Cameron Crowe, sin la maestría de este título esencial de los años 70, pero con la misma mirada hacia el fin de los sueños y las relaciones sentimentales difíciles de arraigar. Al igual que aloha puede significar hola y adiós, los personajes del film (empezando por un Bradley Cooper con una cara de perdido similar a la de Timothy Bottoms en el mencionado título de Bogdanovich… aunque seguro que los enemigos del actor preferirán afirmar que pone su sempiterna expresión de alelado) se encuentran y se despiden, incapaces muchas veces de quedarse tras una noche de confesiones y/o amor. Como astronautas o cohetes que no pueden (incluso sin la aparición de hackers chinos, la parte más freak del film) llegar a su destino y que deben elegir entre orbitar en solitario sin tocar tierra o sencillamente inmolarse, estos seres parecen destinados a no hallar jamás la felicidad. Cameron Crowe, este Cameron Crowe de hoy día, en el 2015, parece incapaz de castigar demasiado a sus criaturas, o de dejarlas a la intemperie de una isla milenaria o del espacio profundo, así que opta por el abrazo antes que por el simple estrechar de unas manos.

    Por el camino, un camino extenso y poblado de secundarios en los que el director parece descansar y ser el de sus inicios (más si tienes a Bill Murray bordando un rol hecho a su medida), Aloha toca las teclas del melodrama de toda la vida y también del cine indie contemporáneo. Resumiendo: no es el engendro que la crítica USA nos había querido vender (¡menuda temporada llevan!) y sí una película más que digna e infinitamente más honesta y mejor que otro Cameron Crowe que sí que entusiasmó al personal: Jerry Maguire.

    A favor: su galería de personajes secundarios y su leve pesimismo sentimental.

    En contra: toda la subtrama espacial. 

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