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    Walking on Sunshine
    Críticas
    1,5
    Mala
    Walking on Sunshine

    Bailando nace el amor

    por Carlos Losilla

    Hubo un tiempo en que la modernidad de una película musical se medía por un rasero muy simple. Si las canciones y los bailes se desprendían espontáneamente de la acción, si alguien que estaba hablando se ponía a cantar o a bailar prácticamente sin transición, estábamos hablando de Gene Kelly & Stanley Donen o de Vincente Minnelli, es decir, del musical moderno. Si, en cambio, cualquier número sucedía en un escenario, si había una separación muy clara entre la vida y el espectáculo, se trataba del musical clásico, digamos que del Fred Astaire de los años 30, por simplificar. Viene esto a cuento porque una película como Walking on Sunshine, en su estólida estupidez, puede venir a recordarnos de qué hablamos cuando hablamos de cine musical.

    Lo digo porque esta nueva propuesta parece querer inspirarse en aquellos momentos en que, por ejemplo, un tipo con un paraguas podía convertir una calle mojada por la lluvia en el escenario mental de su enamoramiento. Nada más lejos de la realidad, sin embargo. Los números musicales de Walking on Shunsine irrumpen con insólita torpeza, como si a un actor o una actriz le estuvieran dictando que, de un plano a otro, debe empezar a cantar. Y vaya si lo hace. Con todas sus fuerzas, pero inútilmente. Está tan claro que esas canciones de los 80 escogidas para la película deben intervenir en un momento u otro que no importa nada: ni la coherencia, ni la oportunidad. Y ello se mezcla con una trama que ni siquiera sabe sacar partido de su propia ingenuidad. Chica que conoce a chico durante un verano en la playa, pero prefiere sus estudios al amor (¿?). La chica que vuelve al cabo de los años para darse cuenta (¿?) de que la boda a la que va asistir es la de aquel chico... con su hermana. Los elementos están claros, pues, pertenecen a una estirpe de la comedia clásica que hubiera merecido mejor destino, pues aquí no hay ligereza, no hay dinamismo, solo una superficialidad absoluta que lo domina todo.

    No obstante, algo se puede sacar de eso. En algunos momentos, la simple unión de algunos números musicales, encadenados uno con otro, da lugar a una especie de energía absurda, puramente cinética, que convierte Walking on Sunshine en un carrusel hecho de montaje y movimiento muy cerca de lo que debería ser el cine puro. Casi vanguardia, casi experimentación. Estoy hablando de la despedida de solteros de los protagonistas , que gira alrededor de una versión de Girls Just Want To Have Fun y continúa enlazando con otros éxitos del momento. La música, el color, el vértigo de los planos, la rapidez de la edición, parecen confabularse para ofrecer un fragmento de cine extrañamente abstracto, lo que hubiera debido ser toda la película de haberse atrevido. Pero no es así, ay, y todo acaba limitándose a otro musical patético en la estela de la infausta Mamma mia.

    A favor: A veces su propia inconsciencia la hace divertida.

    En contra: Es tan, tan, tan inconsciente que da hasta pena.

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