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    Críticas
    2,5
    Regular
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    Gastronomía y red social

    por Quim Casas

    El cine de fogones y sentimientos es ya más un género que una modalidad (filmes pequeños y grandes producciones, secciones específicas en festivales como Berlín y San Sebastián) y, por regla general, ofrece películas que no pasan de la consideración de agradables, aunque algún título de culto hay, caso de El festín de Babette. La nueva realización/actuación de Jon Favreau, capaz de escenificar con tino las aventuras de Iron Man para someterse después a los designios del relato culinario-dramático-cómico, sigue al pie de la letra el esquema de este tipo de películas, con primeros planos de suculentas viandas, pequeños videoclips para escenificar los momentos de preparación y cocción de los alimentos, muchas canciones de por medio y la resolución amable de los conflictos de orden sentimental o familiar que jalonan la historia.

    Aquí se trata de la relación entre un chef y su hijo, al que ve solo un par de días por semana y algunos fines de semana, y con el que se irá finalmente de improvisadas vacaciones cocinando bocadillos cubanos y otros exóticos platos en un restaurante-furgoneta por Miami, Nueva Orleans, Austin y Los Ángeles. Para adobar el conjunto bien diseñado pero carente de verdadera tensión, Favreau, también guionista del filme –y protagonista casi absoluto en una interpretación que tiene algo de los trabajos homéricos del fallecido James Gandolfini, cuestiones de peso al margen–, añade unas cuantas reflexiones sobre las redes sociales a partir del momento en que el chef en cuestión entra en conflicto con el propietario del restaurante en el que cocina (un Dustin Hoffman visto y no visto), se rebela contra el mundo y lanza dardos envenenados vía twitter a un crítico gastronómico que lo hunde en la miseria.

    Los elementos cómicos los aporta la parte latina del elenco, con un John Leguizamo gracioso (el mejor gag de la película le pertenece, cuando anima divertidamente a unos trabajadores a que le ayuden a limpiar la furgoneta utilizando el departamento de inmigración como acicate) y una Sofía Vergara, en el papel de la ex de Favreau, estigmatizada por su cometido en la teleserie Modern Family. También aparece Scarlett Johansson como encargada del restaurante y amante ocasional del chef –la escena de seducción sexual y gastronómica es bastante ingenua–, pero su papel es irrelevante y parece más el fruto de una relación de amistad entre director y actriz desde que coincidieron en los dominios del superhéroe Tony Stark.

    A favor: el dominio escénico de Favreau.

    En contra: la repetición de clichés del relato culinario.

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