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    Felices 140
    Críticas
    2,0
    Pasable
    Felices 140

    Reencuentro, giro y comedia negra

    por Quim Casas

    Empieza siendo un relato más de reencuentro entre amigos de toda la vida, en este caso para conmemorar el cuarenta aniversario de la anfitriona, con sus presumibles encuentros y encontronazos, viejas heridas sin cicatrizar que se reabren, dudas, incertezas y reproches por cosas ocurridas en el pasado. Pero hacia la mitad del filme, tras un giro sorprendete para el espectador si se consigue llegar virgen a la proyección, el relato se transforma en una especie de comedia negra sobre la mezquindad de la especie humana. 

    La elección, la doble elección, está bien sobre el papel. El problema es que hacer ironía sutil sobre lo ambiciosos y despreciables que pueden ser los hombres y los mujeres a través de la comedia negra, con ribetes macabros, no es tarea fácil. Gracia Querejeta no parece una realizadora especialmente dotada para ello. Felices 140 está más cerca de Héctor o Quince años y un día que de las primeras películas de la directora (Una estación de paso, El último viaje de Robert Rylands), que no eran especialmente originales, pero partían de una idea conceptual más clara y coherente, y trabajaban mejor los elementos de la puesta en escena sin sobreañadidos ni retórica.

    Ahora, y Felices 140 es un ejemplo fehaciente, se apoya demasiado en la blandura musical, el texto por encima de la creación visual y una supuesta coralidad destinada a nivelar o difuminar las carencias de los personajes individualmente. Los actores cumplen porque, entre otras cosas, su elección es bastante adecuada, pero eso no basta (o no debería bastar) para mantener firme un edificio tan endeble.

    Algunos diálogos no pasarían ni el primer corte de tratamiento de guión, sobre todo en las referencias al pasado de los protagonistas, uno traumatizado, o no, porque su padre era un libertino y los abandonó a él y a su madre para irse con una mulata a Brasil; personajes como el de la joven argentina aspirante a actriz que está a punto de casarse con uno de los maduros amigos navegan sin certeza alguna, y el grueso de las situaciones de la segunda parte del filme chirrían en la escasa convicción de Querejeta por arrebatarse con el material dislocado que tiene entre manos.

    Antonio Mercero figura como coguionista de la película. Personaje capital en la evolución de la televisión española del tardofranquismo y la primera democracia, cierto, pero a pesar del tono corrosivo demasiado forzado de Felices 140, su escritura está aquí más cercana a Verano azul que a La cabina, del blanco al negro sin gama de grises.

    A favor: una primera parte correcta y un giro inesperado...

    En contra: … que da paso a una segunda parte más interesante sobre el papel que en la práctica.

     

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