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    Le Week-end
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    Le Week-end

    Ya no te querré siempre

    por Quim Casas

    El cine de producción y distribución estandarizado parece que quiere volver a tomarle el pulso a una franja de espectadores que, por edad o por lo que sea, quedaban apartados del canon marcado por sagas como las de 'Crepúsculo' o 'Los juegos del hambre'. Han surgido en los últimos tiempos una serie de películas sobre personajes en el otoño de sus vidas, o en bastante más que la edad madura, que sobre el papel van destinadas a un tipo de espectador que puede reconocerse en esos personajes, en esas historias.

    'Le Week-End' no guarda demasiada relación argumental con melodramas, comedias dramáticas o comedias escapistas recientes como 'El último concierto', 'El cuarteto' y 'Plan 

    de escape', títulos que definen lo que podríamos llamar un cine mainstream de/para la tercera edad. Los protagonistas de 'Le Week-End' están u otean el mismo momento en sus vidas que los personajes de estos filmes citados, cantantes de ópera, violinistas o jubilados que quieren montarse una última juerga en Las Vegas.

    Pero sus inquietudes, contradicciones e incertidumbres son muy otras básicamente porque 'Le Weel-End' parte de un guión original de Hanif Kureishi, escritor británico de origen paquistaní que en novelas como la que dio pie a la magnífica 'Intimidad', del recientemente fallecido Patrice Chéreau, ha analizado muy bien las relaciones de amor y de sexo, las dependencias y las insatisfacciones, las frustraciones y las necesidades de personajes de lo más variopinto en cuanto a edad, formación, cultura e intereses.

    Otra cosa es que Roger Michell no sea Chéreau u otro adaptador de Kureishi, Stephen Frears, y que su forma de vislumbrar las historias amorosas se aposente en títulos en las antípodas de este como la comedia romántica 'Notting Hill'. Pero su trabajo en 'Le Week-End' es preciso porque ha sabido dotar de rigor dramático al minimalismo afectivo de Kureishi y confiar (y potenciar) en las interpretaciones de Jim Broadbent y Lindsay Duncan, excelentes en su cometido: una pareja desgastada por el tiempo cuya relación se desintegra mientras aspiran a encontrar en la ciudad que años atrás albergó sus sueños de juventud, París, un leve soplo de esperanza, un resquicio de deseo o la fuerza suficiente para afrontar el cambio.

    Filme de texto, cierto, de guión temperado y ajustadas prestaciones actorales, pero estructurado con la necesaria contención para que este relato sobre el tiempo que no cura nada, más bien agita las dudas y las inquietudes, sea firme y más que creíble.

    A favor: texto conciso, planificación equilibrada y ajustadas interpretaciones.

    En contra: que por estas mismas tres razones sea tildada de película teatral o solo de guión.

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