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    Rey gitano
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    Rey gitano

    Entre payos anda el juego

    por Paula Arantzazu Ruiz

    Cuando ves Rey Gitano, la nueva película de Juanma Bajo Ulloa, la sensación de déjà vu es inmediata. La primera razón de ésta se debe, claro, a sus similitudes narrativas con Airbag: su estructura de road-movie, unos personajes canallas, gambiteros, parranderos y casposos, y una misión que le queda demasiado grande a sus protagonistas. En efecto, Rey Gitano casi parece una secuela de aquel largometraje de 1997, pero los motivos del déjà vu son causa de una inquietud más profunda. ¿O es que tal vez se deba a que nuestro país apenas ha cambiado desde el estreno de esa cinta a finales de los años 90 y quizá no sea tan descabellado regresar a mismos estereotipos, mismas parodias y mismas fracturas?

    Según Bajo Ulloa, parece que España sigue igual de ‘bien’ pero hay que reconocer que no anda muy mal encaminado a tenor de los personajes y situaciones que día tras día desfilan por televisión, algunos de ellos dignos merecedores de aparecer en una posible trecuela de este retrato sardónico del casticismo patrio. Pero a diferencia de Airbag, Rey Gitano busca precisamente la grosura en el chiste, la broma más bruta y la exageración absoluta (atención al hit de la película, 'España, España', tema de Tony Lomba acerca del postureo patriótico) para fotografiar a la calaña más absoluta que pulula por nuestra geografía, desde políticos corruptos (no se libran los delegados extranjeros, ojo) a aristócratas resentidos y un par de representantes de las dos Españas, la roja y la fascista, aquí vagueando al alimón, personificados en la pareja de protagonistas, Karra Elejalde, el republicano de raza, y Manuel Manquiña, un gallego falangista de pro, ambos contratados por un gitano (un Arturo Valls con más presencia que dicción) que pretende hacer saltar la banca y provocar una crisis como nunca en el país.

    Con todo, ese tono gamberro que se mofa de las instituciones y trata de traducir el jolgorio berlanguiano al siglo XXI queda algo desfasado al ser enfrentado con la realidad. Es cierto que en este país pesa el yugo de ciertas estructuras, pero a Rey Gitano le falta mirar más en el presente y dejar de mirar el pasado. Nos seguiremos riendo, por no llorar, de las barbaridades de la España grotesca, pero a lo mejor ya ha llegado el momento de comenzar a pensar nuevos chistes.  

    A favor: Karra Elejalde y Manuel Manquiña son unos todoterreno. Y Albert Pla, como siempre, está de fábula.

    En contra: Que pese al tono gamberro , hay algunas bromas que no hacen ya gracia. 

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