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    El país de las maravillas
    Críticas
    4,5
    Imprescindible
    El país de las maravillas

    Las apiculturas

    por Eulàlia Iglesias

    El segundo largometraje de Alice Rohrwacher se estrenó mundialmente en la sección oficial del pasado Festival de Cannes. En medio de una programación configurada en su mayoría por grandes elefantes blancos paridos por cineastas de indudable prestigio, un film con las asperezas e imperfecciones de 'El país de las maravillas' resultó todo un oasis de frescor. 

    Rorhwacher retrata un mundo en proceso de desmoronarse a través de los ojos de una adolescente. Gelsomina vive junto a su familia en una granja perdida de la Italia profunda. Se ganan la vida gracias a la apicultura, una laboriosa tarea en la que participan desde los padres a las hijas más pequeñas. Los progenitores de Gelsomina han apostado por una forma de vida alternativa, en pleno contacto con la naturaleza, que cada vez debe afrontar más inconvenientes y dificultades. Gelsomina advierte las grietas del universo familiar al tiempo que descubre otros referentes fuera de este mudo que despiertan su sexualidad incipiente, desde la belleza idealizada de una hada madrina televisiva que encarna Monica Bellucci a la atracción por el muchacho con problemas de inclusión social que acoge la familia.

    El país de las maravillas se mueve entre un naturalismo sin refinar y el gusto por mantener ciertos rincones reservados a la magia y el misterio. El proyecto de vida alternativa de los protagonistas se muestra como una propuesta tan legítima como alejada de cualquier idealización. El padre de la protagonista, un alemán que parece escapado de un film de Wim Wenders de los setenta, es un veterano anarquista que sin embargo ejerce todo su autoritarismo patriarcal en una comuna familiar compuesta íntegramente por mujeres. Y las niñas viven en un espacio de libertad que sin embargo también les obliga a acarrear responsabilidades excesivas a su edad

    En El país de las maravillas aparece una subtrama temática que atraviesa buena parte del cine italiano desde los primeros films de Federico Fellini: el poder de la televisión a la hora de apropiarse, espectacularizar y regurgitar los imaginarios y formas de vida populares. Rohrwacher pone de manifiesto cómo las tradiciones locales solo pueden legitimarse en tanto resultan “maravillas” dignas de ser retransmitidas por un programa televisivo, pero en ningún momento cae en el discurso tremendista respecto a la televisión de otros films recientes como Reality de Mateo Garrone. 

    La naturalidad con que la película esquiva cualquier subrayado discursivo, el espléndido trabajo de Rohrwacher con las jóvenes actrices y su capacidad para ofrecer un buen puñado de escenas cargadas de vida en bruto convierten El país de las maravillas en una de las mejores sorpresas de la temporada cinematográfica.

    A favor: Esos primeros planos de la protagonista con las abejas paseándose por su rostro.

    En contra: El acaparador protagonismo de la secundaria Monica Bellucci en el cartel español de la película.

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