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    Dragon Ball Z: La resurrección de F
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    Dragon Ball Z: La resurrección de F

    Ganapanes de las galaxias

    por Suso Aira

    Parece mentira, pero no ha sido hasta ahora que Akira Toriyama, el creador de todo este universo Dragon Ball, ha podido escribir el guión de uno de los muchos largometrajes que su longeva y mutante serie ha tenido a lo largo de los años. Su aterrizaje no ha sido, curiosamente, de cara a un título especial de la franquicia, sino para prorrogar el éxito que acababa de cosechar Dragon Ball Z: La batalla de los dioses. Así, Toriyama se vio con el encargo de hacer un exploit secuelil de su obra magna (aunque no la mejor: para quien esto escribe esa es, sin lugar a dudas, Dr. Slump), condicionado no únicamente por la premura de tiempo, sino por seguir argumentalmente lo que había dejado (nunca mejor dicho) en el aire el film precedente.

    Sin embargo, esto no ha supuesto una rémora para el dibujante y guionista, y Dragon Ball Z: La resurrección de F se revela como una de esas, pocas, segundas partes que casi parece que se construyen como una vuelta de tuerca paródica, autoparódica. Nadie mejor que el propio Toriyama, cuyo sentido del humor y de la parodia es de sobra conocidos, para hacer de este (enésimo) enfrentamiento definitivo entre Son Goku y Freezer, y entre las huestes de ambos enemigos, una película más presta a detenerse en los chistes privados y en la comedia de personajes o de situación, que en la pura acción o las batallas espectaculares. Para el guión de Toriyama, plasmado en imágenes por el veterano y contrastado Tadayoshi Yamamuro, la heroicidad y la villanía no son más que unos vicios pequeños, unos ridículos malos hábitos que ponen en entredicho a los protagonistas. En este sentido, el largometraje animado parece apuntarse a esa moda del blockbuster fantástico irónico, ligero y que no se toma en serio a sí mismo. Sí, el modelo Guardianes de la galaxia de la Marvel, aunque la verdad es que estas cosas ya se hacían bastante antes, tanto en los tebeos USA como en el manga y el anime japonés. Esta nueva entrega de las bolas de dragón hace bufa su ópera espacial, reflexionando con ligereza y sorna sobre los propios tics de esta longeva franquicia del cómic, la televisión y el cine. Un festín para los iniciados en este universo y una divertida rareza para aquellos ajenos a él, llena de momentos inolvidables como la destrucción de la Tierra (siempre el gag definitivo) o las continuas peleas entre la pandilla de Goku, digna de aquellos Supermen italianos de los años 70.

    A favor: la resurrección de Freezer, una escena muy Terry Gilliam.

    En contra: que hayan tardado tanto en llamar a Toriyama para encargarse de los largometrajes.

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