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    Pos Eso
    Críticas
    2,5
    Regular
    Pos Eso

    Spanish Scary Movie

    por Eulàlia Iglesias

    El ambicioso debut en el largometraje del valenciano Samuel Ortí, conocido como Sam, cineasta curtido en el mundo del corto con sus películas en stop-motion, propone una horror comedy vertiente spoof habitada por personajes de plastilina que representan todos los tópicos de la España popular de ahora y de siempre. En Pos Eso conviven folklóricas dignas de un melodrama de Almodóvar (la protagonista, la Trini, es una versión pulida de la Pantoja) y sus hijos endemoniados con todo tipo de criaturas que han alcanzado su fama efímera en la televisión. El principal marco de referencia de la historia son las películas de posesiones, sobre todo El exorcista y La profecía (el niño flamenco se llama Damián y presenta cierta tendencia a los cambios extremos de humor), pero Pos eso apela en su desarrollo a muchísimas otras películas y programas en un remolino imparable de humor intertextual.

    Sam ha contado con la colaboración en el guion de Rubén Ontiveros, el responsable de la webserie casera Qué vida más triste, que contribuye a la película con su capacidad para extraer comedia de las rutinas, lugares comunes y comportamientos más cotidianos en la sociedad española. Pos Eso pretende, en este sentido, entroncar con la larga tradición del esperpento nacional cinematográfico, pero con un aderezo a base de incontables pastiches de escenas de grandes títulos del cine del terror. La película contiene algunas ideas brillantes a celebrar plasmadas además con arte a través de una stop-motion que se espeja sin nada que avergonzarse en la factoría Aardman. Pero también se apoya demasiado en las citas a todo tipo de personajes, films y fenómenos de la cultura popular y basura, regodeándose de forma previsible en el choteo de la fauna escapada de los realitys y los talk-shows. Al contrario que otros films capaces de digerir sus referentes para regurgitarlos en una obra con personalidad propia, Pos eso por momentos se conforma con sumar sin más guiños de todo tipo fácilmente reconocibles para el espectador.

    A favor: la versión “ibérica” del padre Karras: un cura vasco con crisis de fe llamado Lenin.

    En contra: demasiada Belén Esteban.

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