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    Lo que se cuenta la calle

    por Paula Arantzazu Ruiz

    Decía André Bazin acerca del plano secuencia que dada su naturaleza (ese respeto del espacio y el tiempo continuo), es el que mejor se adhiere a la realidad y que incluso participa de su existencia. Esta idea, sobre la que se ha sustentado la crítica a la hora de pensar los más significativos planos secuencia de la historia del cine (desde el arranque de Sed de mal, de Orson Welles, a la falsa continuidad de Birdman, de Iñárritu) toma en Hablar, la nueva película de Joaquín Oristrell, un nuevo aliento: en Hablar se cuenta todo mediante una única toma de casi 80 minutos, pero sobre todo la película quiere explicar lo que cuenta la calle. No todas las de nuestro país, pero sí al menos las que forman el entramado urbano del barrio madrileño de Lavapiés, sinécdoque, a la postre, de todas las calles de España.

    En todas ellas y a lo largo de esa hora y cuarto, Oristrell nos enseña cómo ve nuestro país hoy en día: un recorrido de vaivenes y meandros, de drama, quejas, lamentos y voces superpuestas que parecen gritarle al aire. De indignados, en resumen. Y de ilusionados con un inminente, aunque incierto cambio. Juan Diego Botto, Marta Etura, Sergio Peris-Mencheta, Miguel Ángel Muñoz, Goya Toledo y otra veintena de intérpretes se visten durante esa hora y cuarto la piel y el rostro del hartazgo, la precariedad, los desahucios y la nueva política, y el conjunto, es inevitable, hace pensar en la formación de Pablo Iglesias, cuyo emblema, por cierto, también aparece en la cinta. No es que Oristrell haya realizado una película de Agitprop partidista, pero la pretensión de ficcionalizar las sacudidas sociales que estamos viviendo sí está ahí: el concepto de gente y lo común, el de red desordenada, las adhesiones (fáciles) a proclamas políticas, la solidaridad o la nueva hegemonía en ciernes que unos cuantos políticos alientan desde los platós televisivos. El discurso de Oristrell (y otros, porque las historias que protagonizan entrecruzadas la película han nacido colectivamente) es endeble y en ocasiones impostado, pero como experimento de plasmación de una realidad Hablar no puede ser más interesante. Su toma única no se adhiere del todo a la realidad, pero algo sí cuenta.     

    A favor: Su notable plano secuencia. Y la intervención de MAM.

    En contra: Lo impostado de algunas de las historias que se cuentan en ‘Hablar’. 

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