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    Nerve. Un juego sin reglas
    Críticas
    3,5
    Buena
    Nerve. Un juego sin reglas

    El peligro del odio expandido

    por Paula Arantzazu Ruiz

    ¿Miras o actúas? ¿Te gusta observar o prefieres hacerte notar? ¿Eres un voyeur o un exhibicionista? No, no se trata de una encuesta sobre psicología conductista, sino la premisa desde la que parte Nerve, el último acercamiento cinematográfico a las complejas dinámicas que se establecen en internet y cuyo gran protagonista y escenario dramático es un juego online titulado de manera homónima: Nerve es una gran red de jugadores y observadores, un entramado más que nervioso, acneico, que es asimismo la suma optimizada (y perversa) de todas las redes sociales y juegos online actuales, una mezcolanza de ‘Verdad o atrevimiento’, Instagram, Pokemon Go y Twitter en donde se invocan muchas de las ansiedades 2.0 de 2016. Parece atractivo pero también da bastante miedo. 

    Basada en la novela Young adult de Jeanne Ryan, los perpetradores de Catfish (Henry Joost y Ariel Schulman) han transformado de manera sustancial el relato original para quedarse con las principales ideas y trasladarlas a una historia más fotogénica que la que proponía el libro. De fotogenia andan precisamente sobrados sus actores protagonistas, Emma Roberts y Dave Franco, quienes interpretan a Vee y a Ian respectivamente, una inesperada pareja de jugadores que a lo largo de una noche deberá ir sorteando las distintas pruebas de atrevimiento que proponen al unísono la comunidad de observadores de Nerve, voyeurs y jurado capaces de ofrecer cantidades ingentes de dinero y mercancías con el fin de llevar más allá del límite a los jugadores. ¿Es Nerve un mash-up de Los juegos del hambre y Black Mirror? Sí y no. Por una parte, la arena en la que heroínas como Katniss Everdeen se disputaban el liderazgo es ahora una plataforma virtual en la que tienes que desplegar encantos para lograr likes y comentarios; aunque el favor del público no siempre está del lado de una o uno. La distopía, así, que se propone en Nerve tiene que ver con el lado oscuro del anonimato de todo tipo de redes horizontales en las que el ruido vale más que la sensatez, y, de este modo, Nerve se presenta como un canal que congrega a seguidores que tan pronto mueven el pulgar hacia arriba como lo giran hacia el lado contrario. Por la otra parte, Joost y Schulman han sabido dotar a su trabajo del suficiente material dramático que, al menos en sus dos primeros tercios, funciona como el más vertiginoso de los filmes de aventuras adolescentes noctámbulas.

    Quizá por esta razón el último tramo de la cinta pueda saber a poco a quienes esperaban una resolución acorde con el tono exploit que modula el trabajo. Demasiado preocupada en ofrecer un corolario moral sobre los peligros del narcisismo expandido y en visualizar hasta dónde el odio del rebaño digital es capaz de llegar. Las ideas de la exposición y de la vigilancia constante que marcan el mensaje del filme se diluyen en un grand finale probablemente muy precipitado. Pese a ello, la manera en que visualiza cómo nace, se forma y crece la ola de odio en internet, aún siendo un poco naif, define como pocas películas qué está sucediendo hoy en nuestras relaciones a través de las redes sociales.

    A favor: Que su distopía 2.0 nos habla de tú a tú (y también sus títulos de crédito, vale la pena quedarse a verlos).

    En contra: Un último tercio que se acomoda al modelo de relato de película teen.

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