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    Atómica
    Críticas
    3,5
    Buena
    Atómica

    La espía que rugió del frío

    por Marcos Gandía

    En las extraordinarias, y muy variadas en tono, adaptaciones cinematográficas de las novelas del escritor británico Len Deighton con el agente secreto Harry Palmer como protagonista, el Berlín del muro, de la guerra fría, era uno más de los personajes. Un Berlín donde en cada esquina se escondía una divertida referencia a todos los movimientos culturales y artísticos de la década de los 60. Aunque siempre se ha dicho que esta serie de films con Michael Caine y sus gafas al frente del reparto era la variante realista del boom del cine de espías, en comparación con el alocado universo de James Bond, lo cierto es que si analizas fríamente (o no: es imposible no pasárselo bien con títulos como Funeral en Berlín) esas películas te encontrarás con una relectura anímica muy pop del momento y de la larguísima tradición del pulp.

    Viene toda esta larga introducción como marco para situar Atómica, cuya estructura es la de una clásica peripecia de espionaje british de los años 60, con sus topos, sus funcionarios (más quemados y más interesantes que los de John Le Carré, que también están muy bien) y su paseo por una ciudad en descomposición moral y política: Berlín, por supuesto. Una ciudad que ya no está en esos años de plomo del gato y el ratón MI5 y KGB, sino en el crucial instante de la caída del muro. Funciona Atómica pues como el epílogo de la narrativa tanto de Len Deighton (y de sus reflejos en celuloide de cineastas tan a reivindicar como Sidney J. Furie, Guy Hamilton y Ken Russell) como del tebeo a lo Modesty Blaise y las alucinógenas derivaciones televisivas de maravillas como Los vengadores.

    Charlize Theron reúne en su flexible y cómplice cuerpo/interpretación a todos esos referentes para ser, como era el John Wick de Keanu Reeves, un deus ex machina posmoderno, un acción-reacción que en el fondo nos está diciendo que todos los juegos políticos y de espionaje de ayer y hoy no son nada más que el precedente de un videojuego. Tebeo (que ese es su origen: una novela gráfica muy Peter O’Donnell) con un uso muy canalla y nostálgico de su banda sonora de canciones, Atómica nos regala instantes de cinético gozo y una inteligencia cinéfila que la hace ser más memorable que aquella Wanted con Angelina Jolie y (otra vez) James MacAvoy. No por nada, una película donde una pelea (alucinante) tiene lugar en el reverso de la pantalla de un cine que proyecta el críptico Stalker de Tarkovski ya se ha ganado su lugar en nuestra memoria y corazón.

    A favor: Charlize Theron de terminatrix más estilosa que Emma Peel.

    En contra: la historia que cuenta es mínima.

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