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    Mal genio (Le redoutable)
    Críticas
    3,5
    Buena
    Mal genio (Le redoutable)

    Homenaje carroñero

    por Alberto Corona

    Hay donde elegir, pero puede que en la historia reciente pocos films hayan tenido una carrera tan fulgurante, entusiasta, y posteriormente irrelevante, como la que tuvo The Artist en 2011. Entonces todo el mundo cayó enamorado del nostálgico artefacto de Michel Hazanavicious, respaldándolo de cara a conseguir los correspondientes Oscars -porque sí, aunque nadie se acuerde se llegó a llevar cinco estatuillas-, para olvidarlo una vez pasada la gala. Y eso que ya se había pronosticado tanto un futuro brillante para Hazanavicious y sus socios, como un posible regreso a las formas del cine mudo que éste había tratado de asimilar sólo para quedarse, como no podía ser de otro modo, en lo cuqui. Así es como llegamos a Le Redoutable

    Al contrario que pasaba con la película de Jean Dujardin, Le Redoutable no encuentra únicamente su razón de ser en la frívola mitomanía de Hazanavicious, sino en una novela autobiográfica de la actriz Anne Wiazemsky. Titulada Un año ajetreado, el libro recrea el ambiente que se respiraba en la Francia de mayo del 68, pero como Joyce Johnson hizo anteriormente con la Generación Beat para psicoanalizar a Jack Kerouac en Personajes secundarios (1983), en realidad se dedica a examinar el difícil carácter del cineasta Jean-Luc Godard a través de su vida en pareja. Y no, no le deja en buen lugar, construyendo un despiadado retrato del gran hombre a partir del momento en que empezó a pensar el cine como arma política. 

    Sin embargo, toda la bilis que Anne vomita en su novela remite únicamente al guión adaptado por el propio realizador, generoso en sketches destinados a exhibir la soberana cretinez del gran hombre, mientras que el aspecto narrativo y formal del film pasa por un homenaje sentido, y nuevamente superficial, al cineasta francés. Beneficiándose de ese contraste, Le Redoutable acaba conformando un pastiche divertidísimo cuyas desavenencias internas desembocan en un visionado en su mayor parte estimulante, pero lindando lo iterativo. 

    Louis Garrell está maravilloso encarnando a un Gordad histérico, ridículo e hipócrita, cargando él con todo el peso humorístico del film mientras que su constante duelo con Stacy Martin -a quien ya vimos en Nymphomaniac (2013)haciendo maravillas con un semblante siempre sereno- en el papel de la susodicha Anne genera una energía que hace superar la gran asiduidad con la que Hazanavicious cae en lo pueril, tanto escribiendo como dirigiendo. Una relación, sin embargo, en cuyo interés el director de The Artist no parece confiar demasiado, probablemente por no encontrarla tan cómica como a Godard insistiendo muy fuerte en que se ha hecho maoísta y viendo cómo sus gafas son pisoteadas una y otra vez, al más puro estilo de Virgil Starkwell en Toma el dinero y corre(1969).

    Al final, el gran problema de Le Redoutable, más que la supuesta falta de respeto al mitiquísimo auteur, es el error que comete Hazanavicious al no focalizar el film en la complejísima relación de Godard y Anne -reducida aquí a una topiquísima problemática de celos-, que al fin y al cabo era el meollo del libro, sino en el delirio político que asalta al protagonista y que, pese a estar despachado con similar ramplonería, disfruta de mucho más tiempo en pantalla. El film, teniendo las herramientas, decide obviar lo emotivo para insistir en el componente histriónico del asunto, mientras Hazanavicious lo único que quiere, todo el rato, es jugar. Otra vez. 

    A favor:Es divertida, para qué nos vamos a engañar. 

    En contra:Ya va siendo hora de que Hazanavicious se deje de homenajtos y busque un estilo propio.

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