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    C'est la vie!
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    C'est la vie!

    Un día de boda

    por Marcos Gandía

    El arrollador éxito en Francia y en el resto del mundo de Intocable hizo que olvidáramos (o que desconociéramos) la trayectoria previa de su pareja de guionistas y directores. Como si esa efectista y efectiva película con tetrapléjico gruñón y cuidador enrollado, negro, pobre y bailongo fuera el año cero de la filmografía de dos, hasta la fecha, incisivos cultivadores, fuera en libretos ajenos o en obras en común, de un humor tan genuinamente francés como bastante más malintencionado que esa oda al buen rollito a ritmo de chanantes temazos de earth, Wind & Fire.

    Por no hablar de los daños colaterales que provocó Intocable (un remake argentino sencillamente infecto y otro made in USA con el señor ese de esa serie que gustaba tanto – no sé la razón- llamada Breaking Bad amenazando con estrenarse un mes de estos), el primero de ellos la siguiente película de Éric ToledanoOlivier Nakache, la espantosa Samba (ahora en plan Ken Loach amable, dos conceptos que ya dan miedo). Es por eso que ver que en C’est la vie! han dejado de ponerse tontitos y blanditos y que han regresado a la comedia coral de su espléndida Aquellos días felices, resulta una alegría. No abandonan su optimismo a prueba de bombas con respecto a la condición humana, pero al contrario de en Intocable o especialmente en la nefasta Samba, no atacan o critican los defectos que tenemos, sino que los comprenden, se ríen con ellos y acaban aplaudiéndolos. Son los personajes más cabroncetes, más egoístas, más directamente idiotas de C’est la vie! quienes acaban contando con la simpatía de la dupla de responsables del film, sencillamente porque ellos sí que son humanos y sí que despiertan esos sentimientos de empatía. Por supuesto que todas las vicisitudes, desgracias y demás situaciones de enredo que atacan la celebración nupcial que es el marco único y coral de la película no acaban de hacer sangre nunca.

    Nakache y Toledano no son Marco Ferreri, eso es evidente, pero la manera en cómo retratan a todos estos inseguros niños grandes (¿los de las colonias veraniegas de la mencionada Aquellos días felices?) poniéndose la zancadilla para no ingresar en las responsabilidades de la vida adulta no deja de ser más crítico y más radiografía social que su buenrrollismo racial y de clase. Berlanguiana o altmantiana (el Robert Altman de Un día de boda) en sus planos secuencia con un montón de actrices y actores pisándose los diálogos y las acciones, C’est la vie! describe mejor a Europa que cualquier guioncito de Paul Laverty.

    A favor: Que Toledano & Nakache se quiten de encima su rollito ONG.

    En contra: Que su público les obligue a ser tan buenazos.

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