Pocos espacios resultan tan sugerentes como la frontera, capaz de remitir dos parajes distintos y, a la vez, de convertirse en un no-lugar. Lo fronterizo define precisamente Border, cuya protagonista es guarda de seguridad en un puesto aduanero marítimo, una mujer de físico extraño, de rostro afeado, de olfato mágicamente desarrollado. Este don es la clave del misterio que propone : por un lado, porque le permite convertirse en una especie de superdetective, capaz de detectar los secretos de los pasajeros que pasan por la aduana, desatando así una trama propia del thriller; por el otro, porque este olfato insinúa la naturaleza de la protagonista, que no es exactamente humana. Es decir: como el propio concepto de frontera, se sitúa en un no-lugar. Su físico se asemeja al de los humanos y está perfectamente integrada en el mundo civilizado, pero su esencia es otra; o, dicho de otra manera,
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