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    Críticas
    4,5
    Imprescindible
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    El éxtasis de Dezzy

    por Xavi Sánchez Pons

    Nunca me cansaré de decirlo siempre que tenga ocasión: lo más interesante que está pasando en el cine indie americano en los últimos años tiene que ver con el género de terror. Desde que empezó la segunda década del 2000, hay un buen número de nuevos directores que se mueven dentro de la ética del hazlo tú mismo, una práctica que ha estado cercana al terror desde los años cincuenta del pasado siglo, y que han sabido recuperar la frescura y la falta de prejuicios de los indies norteamericanos de los noventa. Larry Fessenden, primero como director (la estupenda Habit de 1995 es una piedra de toque del movimiento y una de los mejores filmes sobre vampirismo de su era) y luego como productor en Glass Eye Pix, ha sido el padrino espiritual y a veces mecenas económico de una quinta de cineastas que hace de la escasez de medios una virtud. El tándem formado por Justin BensonAaron Moorhead (Resolution, Spring, El infinito), el francotirador de corazón gigante Jeremy Gardner (The Battery o la sorpendente After Midnight), Adam Egypt Mortimer con la fantástica Daniel Isn't Real (una de las películas de terror más sugerentes de 2019) y el mismo Fessenden que sigue en activo (su actualización del mito de Frankenstein, titulada Depraved, está llena de hallazgos), son buenos ejemplos de estos nuevos indies que aman el cine de género.

    Joe Begos, que hasta ahora tenía en su haber dos ensaladas de ciencia ficción y de terror DIY que rebosaban encanto llenas de guiños a sus héroes y de efectos especiales prácticos, las muy reivindicables Casi humanos (2013) y Poder mental (2015), se descubre como el realizador más destacado de esta remesa del terror DIY gracias a Bliss, una película donde rompe con su cine anterior y encuentra una voz propia como cineasta (los homenajes a otros directores son aquí casi inexistentes). Surgida de la frustración de no encontrar a nadie que le ayudara a producir un nuevo proyecto después de la buena acogida en festivales de Poder mental, Bliss es cine de guerrilla rodado con una cámara de 16mm en Los Angeles con un equipo minúsculo de amigos, un filme-catarsis donde Begos exorciza sus demonios personales: la precariedad del artista y el via crucis emocional que implica todo proceso creativo. Para contar todo eso, Begos crea un alter ego, una pintora punk llamada Dezzy (interpretada por una Dora Madison en llamas), y un pesadillesco relato vampírico inteligentemente ambiguo y sangriento en el que acabas metido dentro como espectador gracias a su puesta en escena inmersiva que casi hurga en la materia gris de sus protagonistas, a las texturas analógicas y oníricas de la fotografía de Mike Testin y a la banda sonora lisérgica de Steve Moore.

    Bliss tiene la energía anárquica y proteica de un concierto de punk en Los Angeles de 1980, un filme de terror, de una belleza visceral, sobre el descenso a los infiernos de una artista que necesita beber sangre para encontrar la inspiración y acabar así su obra.

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