Esta te la sabes, pero quieres más
por Andrea ZamoraHace ocho años, Nathan Fielder fue invitado al programa de Jimmy Kimmel. Por entonces, el humorista se había hecho muy conocido gracias a Nathan for You, una serie en la que ofrecía soluciones absurdas pero ingeniosas a negocios en apuros. Algunas de sus ocurrencias fueron tan llamativas que llegaron a aparecer en las noticias. Una de las más virales fue cuando transformó una cafetería en Dumb Starbucks, una parodia de la conocida cadena estadounidense. La jugada fue tan impactante que muchos llegaron a pensar que era una crítica al consumismo y obra del artista Banksy.
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En los talk shows como el de Kimmel, hay una norma no escrita: si vas, tienes que contar una anécdota graciosa. Fielder se dio cuenta del patrón y quiso llevarlo al extremo: crear la mejor historias jamás contada en un programa de entrevistas. No valía solo con inventarla, también había que vivirla. Así se recrea en el episodio 'The Anecdote' (4x04). El día de su aparición, la actriz Kristen Dunst contó antes que él una historia muy parecida. Aun así, cuando llegó el turno de Fielder, el público reaccionó tal y como él esperaba. Tras la experiencia, el cómico reflexionó: "no importa cuántas veces la ha escuchado el público. Quieren escucharlo de nuevo".
Este fenómeno se puede aplicar también al cine actual. Aunque las películas a menudo repiten estructuras y argumentos, seguimos yendo a los cines a por más. Ocurre también con F1, una película que conocemos antes de haber visto, pero que, al igual que ocurrió con las anécdotas de Dunst y Fielder, poco importan sus similitudes. Son las pequeñas diferencias y la forma de contarla lo que la vuelven algo único.
La historia de F1 te la sabes. Sigue el molde de muchas películas deportivas. Sonny Hayes, un expiloto que en su juventud fue una estrella pero sufrió un accidente que truncó su carrera, se reencuentra con un viejo amigo. Rubén Cervantes, ahora propietario del equipo de Fórmula 1 APXGP, le pide que vuelva para ayudarle porque atraviesan un mal momento. Por pasión, Sonny acepta el reto. Su llegada sacude a todos: introduce nuevas tácticas y motiva a todos a superarse.
El director Joseph Kosinski, que ya firmó Top Gun: Maverick (2022), vuelve a apostar por el realismo y la inmersión. Si aquella película metió al espectador en la cabina de un caza, F1 lo sube a un monoplaza de competición. Hay emoción, tensión, espectáculo y una dosis justa de humor y esperanza. El reparto, liderado por un solvente Brad Pitt y un entusiasta Javier Bardem, aporta carisma y química. La inmersión no solo se logra en la pista: la película se rodó durante Grandes Premios reales y cuenta con apariciones de pilotos como Fernando Alonso o Carlos Sainz, lo que le da autenticidad.
En el contexto actual del cine, F1 se siente como un acto de resistencia. Una película hecha con mimo y, sobre todo, con respeto hacia una audiencia acostumbrada últimamente a consumir producciones hechas con prisa y sin alma.
Cuando Fielder estaba a punto de rematar su historia en el programa de Kimmel, sabía que si el final funcionaba, todo encajaría: "estaban esperando un gran final y, si lo clavaba, esta podría convertirse en la mejor anécdota de un talk show de todos los tiempos”. F1 no es la mejor película deportiva de todos los tiempos, pero sí es una de las mejores.