Diva conoce a diva
por Sara HerediaSi hay alguien con la sensibilidad apta para retratar a una diva como Maria Callas ese es Pablo Larraín. A lo largo de su carrera, el chileno ya ha visitado este terreno y siempre ha salido de manera sobresaliente. En la misma categoría situamos a Jackie (2016) y Spencer (2021), acerca de Jacqueline Kennedy y Diana de Gales, dos de las figuras más memorables del siglo XX -por cierto, tanto en Spencer como en Maria ha estado acompañado por el guion de Steven Knight, el creador de Peaky Blinders-. Ahora le toca el turno de repasar la trayectoria de una de las mejores cantantes de ópera que jamás han existido.
Conocida también como 'La Divina', Callas destacó por su extraordinario talento vocal. Su voz natural junto al dominio de la técnica le permitieron interpretar roles muy diversos, que iban desde los dramáticos hasta los ligeros o mezzo. Fue una figura única en su campo, pero Larraín no está interesado en el esplendor y el brillo de la fama. El director prefiere contar sus últimos años, cuando la cantante atravesaba una severa depresión y se veía incapaz de cantar. Y tiene un don para ello.
Maria Callas es puro sufrimiento. Sabemos, desde el minuto uno, que estamos siendo testigos de sus últimos meses con vida y padecemos cada píldora que se toma de más, cada alucinación que experimenta, cada vez que se sube a un escenario para intentar entonar una nota y no sale nada de su garganta. Es puro dolor ver el descenso al infierno de una mujer que había sido una fiera ante miles de personas.
La que ha adoptado este papel es Angelina Jolie, que conoce muy bien eso de ser una estrella que vive un infierno personal. Jolie es una diva en sí misma y por eso es casi imposible ver dónde termina la actriz y comienza el personaje. Hay un buen trabajo de interpretación, pero poca mimetización y, como espectador, nunca consigues ver a Callas detrás de la protagonista. A pesar de todo, es raro ver a la actriz en un papel frente a las cámaras estos días, por lo que cualquier oportunidad de verla de nuevo merece nuestra atención.
En el lado opuesto a ella están Alba Rohrwacher y Pierfrancesco Favino como Bruna y Ferrucio, la criada y el mayordomo de la artista. Fueron el mayor apoyo de María al final de sus días y en la película sirven para rebajar la oscuridad de las pesadillas de Callas. De Bruna y Ferrucio se desprende la mayor parte de la ternura de la película, lo que sirve para equilibrar el tono de la historia y conectar con el público.
María Callas quizás no sea la mejor entrega del particular universo de divas de Pablo Larrain, pero es un descarnado retrato sobre la depresión de las grandes estrellas y un vistazo único a la vida de la cantante.