Una pescadora solitaria vive alejada del resto en un pequeño pueblo costero en el que la rechazan por su aspecto, su olor a mar y su carácter. Convertida en el centro de burlas y desprecios por parte de unos vecinos conformistas, vive aislada pero tranquila en su modo de vida. Cansada de la hipocresía y de las críticas constantes que la rodean, decide encargar un marido de mimbre hecho a su medida. Este gesto desafía aún más las normas sociales del pueblo y pone en evidencia la soledad, el deseo de compañía y la necesidad de ser aceptada en una comunidad cerrada.