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    Los destellos
    Críticas
    4,5
    Imprescindible
    Los destellos

    La espera y la muerte

    por Andrea Zamora

    Hay una extraña sensación de paz que se queda después de ver Los destellos y no se va. Extraña porque la situación de la familia protagonista en la nueva obra de Pilar Palomero no es sencilla: esperar la muerte de uno de sus miembros. Es una historia dura, pero está tan llena de serenidad, calma y bondad que consuela y reconforta.

    Leer la crítica completa de Los destellos: 'Los destellos', la mirada serena de Pilar Palomero a la espera y la muerte | San Sebastián día 3

    En su último proyecto, la directora española adapta la novela Un corazón demasiado grande de Eider Rodríguez. La película sigue a Isabel (Patricia López Arnaiz), una mujer que acepta cuidar a su expareja Ramón (Antonio de la Torre), quien padece una enfermedad terminal y con quien comparte una hija llamada Madalen (Marina Guerola). Isabel ha reconstruido su vida tras la separación y ahora la comparte con Ignacio (Julián López), su actual pareja.

    Con Los destellos, Palomero sigue demostrando su habilidad para descubrir nuevas actrices, presentando en esta ocasión a Guerola, la hija de los protagonistas y la gran revelación del año en el cine español. Guerola actúa con tanta naturalidad, autenticidad y carisma que uno se pregunta, al verla en pantalla, dónde ha estado todo este tiempo. Ella y Antonio de la Torre protagonizan la escena más memorable de la película, un momento único que queda grabado en la memoria.

    La verdad es una característica abundante en la filmografía de Palomero. Sus películas se sitúan en una frontera difusa entre la realidad y la ficción. Los destellos recrea esa sensación que, como un hechizo, convierte ciertos momentos del filme en algo que parece un documental.

    A pesar de la gran carga dramática de la historia, Palomero nunca busca la lágrima fácil. Ni el grito. Ni el llanto. Ni la exageración. Al contrario, aborda la muerte y su espera con una enorme serenidad, dignidad y madurez. Y lo hace sin prisas, con un tremendo aplomo, entereza y calma. Los destellos te atraviesa sin que te des cuenta. Permea y se cuela muy dentro. Yo me he quedado a vivir en ella

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