Los del Ku Klux Klan se hacen vampiros
por Sara HerediaNo daba yo mucho por una nueva película de vampiros estrenada en 2025, pero haciendo un poco de memoria es fácil darse cuenta de que el género en realidad nunca se ha marchado. Una de las más recientes es Nosferatu (2024), dirigida por Robert Eggers que se ganó a los fans y dio buena cuenta de que seguía siendo relevante. También están por ahí Renfield (2023), con un Nicolas Cage vampiro algo sobreactuado pero en su línea; y, bueno, Morbius (2022), de la que no hablaré demasiado.
El caso es que este miércoles 16 de abril se estrena Los pecadores, una nueva aportación a las historias de chupasangres que, esta sí, merece la pena todo tu tiempo. Ryan Coogler es el director de esta locura que es terror, comedia, musical, denuncia y nada de eso al mismo tiempo. Es una mezcla de géneros única que solo se explica que funcione porque ha salido directamente del corazón de Coogler.
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La historia de Los pecadores transcurre en Estados Unidos durante los años 30. Los hermanos Smoke y Stack regresan a Misisipi tras haber amasado una fortuna trabajando con la mafia en Chicago. En su pueblo natal, todos los conocen: algunos por su mala fama y otros por los acontecimientos de su pasado. Su plan es abrir un club donde los trabajadores negros de la región puedan relajarse tras largas jornadas laborales. Sin embargo, el Ku Klux Klan sigue al acecho, encarnando una amenaza que va más allá de lo humano: los vampiros.
Michael B. Jordan, el hombre de confianza de Coogler -esta es su quinta colaboración-, interpreta a los dos hermanos gemelos protagonistas. Una tarea difícil para el actor de la que sale airoso, a pesar de que de vez en cuando se vea el truco. Jordan se convierte en dos héroes de acción que derriban estereotipos, tanto de raza como de género, pero, sobre todo, entretienen. Porque si tuviera que elegir una manera de describir esta cinta seguramente elegiría "entretenimiento salvaje". No hay forma de que te aburras con esta película.
El director es, además, capaz de desarrollar una crítica mordaz hacia el racismo desde la pura diversión. Mira hacia atrás para recuperar el blues del Delta y leyendas como la de Robert Johnson -que están en el ADN de la población negra del Misisipi- y tira de ellas para crear un universo fascinante en torno a la música. No me lo esperaba, pero Los pecadores posiblemente sea uno de los musicales del año. Y luego está el tema de los vampiros.
Se me hace complicado clasificar la cinta dentro del género de terror puro, pero, para ser honestos, tiene escenas que dan auténticos escalofríos. Mientras la primera parte está dominada por la fiesta y se acerca más al cine de gángsters, la segunda mitad cambia de registro y se vuelca en el horror, dando algunas de las escenas más potentes de la película. La escena del coro de supremacistas blancos ha pasado a ser uno de mis recuerdos cinematográficos esenciales. Es, como decimos, una mezcla de ideas muy poderosa que eleva de categoría a Coogler.