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    La última vez que me suicidé
    Críticas
    2,0
    Pasable
    La última vez que me suicidé

    Cómo ser Neal Cassady

    por Nestor Hidalgo

    Durante los títulos de crédito iniciales de 'La última vez que me suicidé', imágenes fragmentadas en blanco y negro, baile a contraluz en un interior urbano, da la sensación de que el actor Stephen Kay, debutante en labores de dirección, es capaz de remitirnos a las primeras películas de titanes del cine independiente neoyorquino como Jim Jarmusch ('Permanent Vacation', 1980) o Tom DiCillo ('Johnny Suede', 1991). Pero, inmediatamente después, su película basada en una carta del icono beat Neal Cassady se convierte en algo mucho más convencional.

    No es que Kay no intente salpimentar y dar sabor al plato. Su narración de la juventud de Cassidy y cómo le afectaron los intentos de suicidio de su novia Joan está plagada de saltos en el tiempo, flash-backs y flash-forwards que pretenden replicar la frenética escritura beatnick. Inento loable pero demasiado torpe, que, paradójicamente, termina resultando mucho menos interesante que un relato más ordenado y racional de los acontecimientos.

    A favor: Claire Forlani, tan bella, frágil e inestable como el papel requería.

    En contra: Los ramalazos de indie noventero.

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