"Donnie Darko" es un interesante thriller psicológico, dirigido por Richard Kelly, basada en la paradoja de predestinación y considerada película de culto contemporánea. Donnie Darko es un extraño pero inteligente adolescente, dotado de una gran imaginación. Una noche, una extraña voz lo despiertará llevándolo a un campo de golf, en donde conversará con una extraña y demoníaca figura de conejo, de tamaño humano, Frank, que le explica que el mundo se acabará en 28 días. La paradoja de predestinación se define como una paradoja que establece que todos los actos que están ocurriendo y darán lugar a un resultado en el futuro, no pueden ser modificados de ninguna forma. Es decir, lo que tenga que ocurrir es inevitable. La teoría de la predestinación en sí establece la paradoja de que el hombre, dotado de una capacidad para cambiar el mundo, está imposibilitado de cambiar el futuro, siendo incluso su decisión de no cambiar el destino una muestra más de que esa decisión estaba predestinada. En otras palabras, haber decidido no cambiar el destino también estaba predestinado.
La complejidad de la trama y las amplias posibilidades de interpretaciones podría definirla, como un extraño cuento macabro sobre la realidad y el destino. Su narrativa ambigua y confusa se expone de forma tal que juega con la atención e inteligencia emocional del espectador para seguir la serie de hechos surrealistas y escabrosamente cotidianos que utiliza para construir ese universo paralelo, que se contrapone con el universo elemental, que es el que se supone es el que todos vivimos. Su guión, presupone una serie de diversos elementos narrativos que pueden ir desde la evidente referencia a la paradoja de predestinación, pasando por la espantosa esquizofrenia de su protagonista y la locura a la vuelta de la esquina con la figura del demoníaco conejo. Hasta lecturas más bien sociales sobre el abandono de los adolescentes y la hipocresía de una sociedad más preocupada de una supuesta evolución estructuras que del bienestar de sus integrantes. El film inicia, con este joven esquizofrénico aunque inteligente e imaginativo, que está bajo tratamiento psiquiátrico por una supuesta tendencia piromaníaca, que de repente comienza a ser acosado por la voz de un extraño ser con forma de conejo cadavérico, que no sólo le informa que la destrucción del mundo se producirá en 28 días, sino que además le indicará una serie de actos extraños que le permitirán, sin que se dé cuenta, construir y explorar un universo paralelo. Conforme avance la trama, queda la sensación de que Donnie sostendrá un surrealista viaje a una realidad alternativa, en donde la figura del tenebroso conejo le guiará de manera que pueda encontrar respuestas a sus problemas y a la vez le permita esquivar el desarrollo de acontecimientos que ya estaban predestinados.
Por supuesto, ésta puede ser una lectura, ya que es difícil establecer si Donnie desarrolla inconsciente pero voluntariamente un camino hacia esa realidad alternativa producto de su caótica mente, o de plano se encuentra metido en esta realidad alterna, que lo aleja de su oscuro presente y le permite desarrollar los hechos de una forma más cómoda para sus intereses, para permitirle así decidir o omitir algún acto que tenga consecuencias en la cadena de hechos, o incluso siendo más rebuscados pero no por eso aburridos, que todo el film sea un lapso inmediatamente anterior a la propia muerte de Donnie, como si de un recuerdo emocional y la posibilidad de encontrar la paz y tranquilidad que tanto anhelaba se tratase. Hay varias escenas en las que vale la pena detenerse y que dan cuenta de cada una de estas posibilidades: primero, con las extrañas escenas en que Donnie se da el lujo de insultar una y otra vez a su madre y a su profesora de educación física o la importancia que se le da al personaje del seminarista y su impronta positivista de autoayuda. Segundo, la escena en que en el cine junto a Gretchen, Frank le enseña a través de la pantalla del cine un suerte de puente dimensional que le permitiría acceder a la “otra” realidad o universo. Tercero, el supuesto hecho que decida renunciar a conocer a Gretchen para evitar que ella sea atropellada, y junto con ello alterar el orden de todas las acciones y acontecimientos que deben desarrollarse, precisamente por esta paradoja de la predestinación.
Las actuaciones son correctas, en especial la de Jake Gyllenhaal, quién encarna de forma convincente a este trastornado chico, logrando por varios momentos desesperar con su particular actuar y lenta forma de hablar. Jane Malone interpreta a Gretchen, la peculiar amiga e interés amoroso de Donnie, quien a pesar de todo parece tener cierta química con él. Mary McDonnell y Holmes Osborne como Rose y Eddie Darko, los padres de Donnie. Patrick Swayze encarna a un engominado seminarista, Jim Cunningham, que resulta ser receptor de pornografía infantil. Drew Barrymore es la profesora de Literatura de Donnie, Karem Pomeroy. Katharine Ross personifica a la Dra. Lilian Thurman, terapeuta de Darko. Y Maggie Gyllenhaal hermana de Jake, como Elizabeth Darko, la petulante hermana mayor de Donnie.
En definitiva, una película interesante principalmente por su trama y discurso filosófico sobre el futuro y la predestinación, sobre aquello que deseamos y nuestro rol en los acontecimientos que pueden afectar a otros, a pesar de uno que otro altibajo en el ritmo que sin duda invita a reflexionar. Fantástica expresión de cómo se puede exponer una buena idea, plagada de matices, extraña, inquietante y fagocitadora de múltiples géneros y subgéneros cinematográficos. Te pasas todo el metraje pensando de qué va, intentando seguir un hilo que no existe, un sedal que permita pescar al pez, pero no hay tal pez, sólo te queda una desasosegadora sensación de que no te has enterado de mucho, pero eso es lo que persigue Richard Kelly, el hacer pensar y reflexionar a través de las pistas que va dejando a lo largo de su obra.