No me mientas… que te creo

Dos años después de No me chilles que te veo, la pareja de actores Gene Wilder y Richard Pryor intentaron repetir el éxito de aquella en No me mientas… que te creo. El planteamiento es más o menos el mismo en cuanto a estructura cómica y desarrollo dramático, basándose ante todo en la química y complicidad de la pareja actoral y su vis cómica (la cual, todo se ha dicho de paso, depende demasiado de la empatía que el espectador cree con ellos). Y aunque ambas obras son más o menos igual de mediocres resulta revelador, cómo en la primera la presencia tras la cámara del veterano Arthur Hiller, lograba darle un mayor empaque al producto, mientras que Maurice Phillips no logra más que ser un mero instrumento en manos de los dos actores. No me mientas… que te creo acaba siendo, en 1991, una muestra más de cómo los reyes de la comedia de los setenta-ochenta fueron, durante los noventa, desapare