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    El mito de Bourne
    Críticas
    4,0
    Muy buena
    El mito de Bourne

    La consolidación de Bourne

    por Daniel de Partearroyo

    Si por algo se considera a la saga Bourne como la más firme moldeadora del thriller de acción de la década de los 2000s es por lo conseguido con su segunda entrega, 'El mito de Bourne'. 'El caso Bourne', con Doug Liman al frente, había asentado las bases estilísticas dos años antes, pero no es hasta la llegada del británico Paul Greengrass al universo fílmico del personaje creado por el novelista Robert Ludlum (si bien también es en esta película donde los caminos del Bourne literario y el cinematográfico empiezan a independizarse) cuando su lenguaje y motivos se solidifican y consolidan como marca reconocible.

    La acción se sitúa dos años después de la entrega anterior, con Bourne (Matt Damon) y Marie (Franka Potente) retirados en La India, pero con un cabo suelto procedente de la primera misión del agente como supersoldado de la CIA todavía coleando entre un magnate ruso del petróleo y Ward Abbot, director adjunto de la Agencia (sensacional la interpretación que ofrece Brian Cox como este avieso burócrata). Tras el asesinato de Marie, Bourne asumirá un silencioso perfil de samurai melvilliano y se trasladará a Alemania para hacer lo que mejor se le da: acabar con la operación Treadstone a puñetazo seco y explosión purificadora mientras recorre una Europa siempre gris, fría y lluviosa.

    El vigoroso movimiento cámara en mano de Greengrass y la atomización máxima de su enfoque visual establecen una limpia continuidad con los pálpitos y elipsis que practicó Liman, mientras que John Powell sigue inspirado con un score cercano al dubstep que colabora en la sequedad física de escenas de acción dignas de entrar en cualquier antología, especialmente las dos persecuciones automovilísticas: la de apertura en Goa y la de cierre en Moscú. Dos filigranas dignas de análisis plano a plano.

    A favor: El frenético trabajo de montaje y cámara dirigido por Greengrass, que pese a tender al caos hace todas las setpieces de acción perfectamente inteligibles.

    En contra: El habitual recurso en la saga a los momentos "introspectivos" en los que Bourne tiene borrosos flashbacks de su entrenamiento. Por fortuna, duran poco.

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