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    Las tres luces
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    David Filme
    David Filme

    16.259 usuarios 262 críticas Sigue sus publicaciones

    4,0
    Publicada el 22 de octubre de 2021
    "La Muerte Cansada" es un notable y conmovedor drama gótico, dirigido por el maestro del Expresionismo Alemán, Fritz Lang y protagonizada por Lil Dagover. Un enigmático forastero que comparte la mesa con una pareja de enamorados en una posada, y que resulta ser la Muerte, le dará tres oportunidades a ella para devolverle la vida de su amor si logra evitar los trágicos desenlaces de tres historias de amor. De la primera etapa cinematográfica del legendario director austríaco Fritz Lang, desarrollada al amparo del extraordinario Expresionismo Alemán, el director estrenó la que los historiadores del cine consideran su primera obra maestra, cinta que surge en un momento complicado emocionalmente hablando para Lang, quien sin embargo ya había demostrado su gran pasta como director con las interesantes “Harakiri” (1919) y la doble entrega “Die Spinnen, 1. Teil: Der Goldene See und 2. Teil: Das Brillantenschiff”, 1919-1920). La madre del realizador había fallecido recientemente y este hecho habría llevado a Lang a desarrollar su meditación más reflexiva y compasiva sobre la mortalidad, y de paso desempolvando un episodio de la niñez que lo marcaría. En él, estando en cama sufriendo de una fuerte fiebre, el pequeño Fritz habría visto a un oscuro y alto hombre vestido de negro, con capa y sombrero de ala, quien habría entrado a su habitación por una ventana abierta para llevárselo, cuando una mano lo tiró hacia abajo para evitarlo, la mano de su madre. A partir de entonces, establecería una particular fascinación de horror y afecto que le acompañaría a lo largo de su vida como artesano cinematográfico.

    Fritz Lang ya estaba casado y trabajaba con la talentosa guionista Thea von Harbou cuando concibió el guión de la película. Subdividida en tres historias conectadas directamente con un relato general con la muerte y el destino como ejes narrativos fundamentales, el film corresponde a una fantasmagoría exquisitamente compuesta de una simplicidad y lenguaje visual notables, una parábola sobre el significado e implacabilidad de la muerte sobre la existencia humana y la lucha esteril de ésta de derrotarla. Probablemente uno de los puntos narrativos más inteligentes del guión de Lang y Von Harbeu es la estructura del personaje protagónico de la Muerte, que había sido retratado en el aún incipiente séptimo arte de forma fría e inexpresiva, incluso terrorífica, una característica que modifica de forma efectiva y ciertamente conmovedora. La Muerte surge como un personaje implacable, pero dotado de ciertas características que lo contrarean o acercan a los humanos como el hastío y empatía, a partes iguales. Esta representación se refleja en la decisión de la Muerte, primero, de aislarse, comprando un terreno aledaño (muy simbólico, por cierto) al cementerio del pueblo donde ocurre la acción, construyendo un enorme muro infranqueable, sin puertas ni ventanas y, segundo, al aceptar darle una oportunidad a la enamorada que le pide una oportunidad para recuperar la vida de su amado (que la Muerte se había llevado espontáneamente) si logra salvar de su inminente influjo a tres desafortunados amores, cuyas vidas son representadas por tres cirios que están a punto de extinguirse. En cierta medida, la Muerte está dispuesta a dejar de ser odiada y temida, pero descubrirá también algo que ya sabe, que es parte de la vida misma.

    Un segundo elemento narrativo interesante es la exposición del anhelo humano de vencer a la Muerte, que guarda estrechamente relación con el punto anterior. En la trama, la enamorada no comprende por qué la Muerte se lleva a su amado estando aparentemente sano y siendo joven, y está dispuesta a desafiarla con tal de recuperarlo y de paso recuperar su amor y felicidad. Así, en un viaje posibilitado por un brebaje a base de mandrágora preparado por un boticario, la chica logrará, primero, traspasar el infranqueable muro que la Muerte ha construido y tener una conversación franca con ella, que le arrojará una luz de esperanza a sus aspiraciones. Por supuesto que ella no lo entenderá en su momento hasta que lo viva una y otra vez, pero aprenderá que nada se puede hacer cuando el destino ha decidido valerse de la Muerte para tomar otros caminos que nos son imposibles de evitar. Ni siquiera la Muerte, que se muestra deseosa de que la humanidad no la odie, no puede hacer nada contra la marcha de la vida, siendo en cierta forma expuesta por Lang como un elemento circunstancial inseparable de la misma vida, ya que, sin la Muerte, la vida no puede simplemente sustentar su propia esencia. Y es que nunca se había retratado a la Muerte de una forma tan compleja y sencilla a la vez, como lo haría el inmortal director austríaco. Un tercer aspecto narrativo destacable del film es la representación que Fritz Lang hace de la ruindad de la humanidad, que no especula cuando se trata de beneficiarse. Lo podemos observar en diferentes aspectos, desde la avaricia del consejo del ayuntamiento que, tras manifestar su desconfianza al forastero, no duda finalmente en aceptar venderle el terreno aledaño al cementerio, tras confirmar el poder adquisitivo del sombrío personaje.

    Sin embargo, también lo advertiremos en cada uno de los segmentos capitulares en donde no es difícil identificar ideologías religiosas antagonistas, matrimonios pactados por conveniencia y complots de asesinato, la tiranía y la obsesión de los poderosos en contra de los plebeyos. Una cadena de rasgos humanos de los cuales no deberíamos ciertamente sentirnos orgullosos, y que encontrará un ápice suficiente de bondad y amor en el clímax cuando la chica tenga la oportunidad de acabar con este aspiracional duelo contra el destino y conseguir revivir a su amado, y decida finalmente tomar una decisión que redime completamente a nuestra raza. Y un cuarto acierto narrativo es, su pragmática y poética composición literaria, presentada como una parábola estrechamente unida y sustentada por tres historias interesantes y aleccionadoras, relacionadas con un hilo narrativo central como ya mencioné, con la pareja de enamorados y la Muerte como protagonistas, que dan cuenta de su naturaleza capitular, por un lado, y, por otro, una clara muestra de ser deudora de la despampanante y legendaria “Intolerance” (1916) de D.W. Griffith y compañera prácticamente contemporánea de “Blade Af Satans Bog” (1921) del genio danés Carl Theodor Dreyer. Cada una de estas historias tendrán en común, primero, romances prohibidos y, segundo, la lucha humana contra el destino y una lección de vida sobre el rol de la Muerte en él, en la metáfora de un personaje eterno que incluso simpatizando con la humanidad que la cuestiona y le teme desde tiempos inmemoriales, no tiene otra alternativa que continuar haciendo su trabajo por la eternidad.

    La primera historia se desarrolla en Bagdad, en donde la princesa Zobeide, hermana del Califa, tiene un romance clandestino con un “infiel”. Sospechando del amorío, y tras un escándalo en la Mezquita de la ciudad durante el Ramadán, el Califa encargará a sus guardias que investiguen sobre los rumores en torno a su hermana, quienes seguirán a la criada que sirve de mensajera y los sorprenderán in fraganti en el mismo palacio real, cuando Zobeide intentara esconder a su amado en donde no pensarían buscarlo. Un escándalo amoroso en el que, como decía, se mezclarán las ideologías religiosas y las diferenciales sociales, y en donde la intolerancia termina por imponerse al amor de los enamorados. La Muerte, en esta historia, está representada en el jardinero y sepulturero real, quien recibe un especial y macabro encargo por parte del Califa. La segunda historia nos traslada a la Italia Renacentista, en concreto a Venecia y su Carnaval, en la cual la noble Monna Fiametta mantiene una relación prohibida con Gianfrancesco, un mercader de clase media, estando comprometida con Girolamo, un noble espadachín y miembro del influyente Consejo de los Catorce. Girolamo está consciente de que Monna Fiametta lo odia y que tiene un amorío con Gianfrancesco, y le advierte directamente que no descansará hasta atrapar, condenar y decapitar a su amante. Temerosa del destino de su amado, la mujer ideará un plan para asesinar a Girolamo de forma confusa, un plan que lamentablemente para la pareja enamorada terminará muy mal. La tercera y última historia de amor ocurre en la Antigua China, en donde el mago A Hi recibe una carta del Emperador, quien le exige que asista a su cumpleaños y le colme de regalos y entretención. El hechicero trabajo junto a un grupo de ayudantes Tiao Tsien y Liang, quienes viven un vívido romance. Tras viajar a la corte imperial con ellos, A Hi logrará entretener al Emperador, sin embargo, éste se obsesionará con Tiao Tsieng, al punto de no aceptar un no por respuesta y amenazar al mago con decapitarlo. En un momento de desesperación, la pareja huirá intentado usar la varita mágica del hechicero, pero no podrá con su destino.

    Las actuaciones son notables, el reparto que Lang consiguió reunir, fue uno de los más sólidos y eficientes de la primera parte de su filmografía, destacando Lili Dagover como protagonista principal. La talentosa actriz germana da cuenta de su amplio registro actoral interpretando a cuatro personajes femeninos de distintas épocas (una princesa árabe, una noble italiana, una aprendiz china y una mujer común) pero unidos por el amor prohibido y la tragedia. Dagover se ve plenamente potenciada por el magistral actor Bernhard Goetzke, quien realiza una caracterización absolutamente antológica de la Muerte. Si Max Schreck se eternizó con el papel del Conde Orlock en “Nosferatu (1922), Bernhard Goetzke haría lo propio con este film, estableciendo un paradigma que sería recordado por décadas. En el reparto secundario, encontramos al prolífico actor Walter Janssen quien interpreta al amado de la protagonista. Y finalmente, Rudolf Klein-Rogge y George John que interpretaron a diversos secundarios de las historias.

    En definitiva, notable y conmovedor drama gótico, bella fantasía sobre la vida y la muerte. Fritz Lang regala una de sus grandes obras, de una factura más artesanal, atemporal y mágica. Una cinta profundamente humana sobre añoranzas, decepciones y resignación, pero que nos enseña que bien vale vivir y disfrutar esta vida en lugar de simplemente dejarla y verla pasar. El resultado: la película que más influyó a genios como Luis Buñuel y Alfred Hitchcock.

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