En 1941, Barton Fink viaja a Hollywood para escribir un guión sobre el luchador Wallace Berry. Una vez instalado en el Hotel Earle, el guionista sufre un agudo bloqueo mental. Su vecino de habitación, un jovial vendedor de seguros, trata de ayudarlo, pero una serie de circunstancias adversas hacen que se sienta cada vez más incapaz de afrontar su trabajo.
Una película independiente que se llevó los 3 premios más importantes de Cannes, algo no visto desde hacía 44 años. Un personaje principal muy enriquecido con matices profundos y una compleja personalidad y visión del mundo sumado a una tremenda actuación de John Turturro. Uno diálogos y una narración brillante, con muchísimas posibles lecturas. La obra claramente parodia el mundo de Hollywood; rodeado de directivos incompetentes y oportunistas, sin ideas y quienes quieren sacar dinero por encima de todo, guionistas de sobra que viven en antros y quienes son muy presionados por dichos directivos. El alcohol como respuesta a la frustración personal y ante el bloqueo de ideas, escritores farsantes en búsqueda del éxito excesivo. Una crítica a cómo se ridiculiza y se desecha el buen trabajo intelectual para dar paso a algo más comercial, menos complejo y donde no arriesgas tanto.
Barton Fink escribe para el hombre de a pie, para la persona corriente. Un sentimiento pesimista que lo rodea y que trata de canalizar, y que durante la película vemos mediante símbolos, ese descenso a la locura se representa con el papel de la pared y la cola despegandose poco a poco, el alcoholismo, su mente en blanco, las manchas en la pared, ese incendio dantesco final... vemos un personaje comprometido con la gente que lo rodea, pero la gente lo repudia, nunca termina encajando y la soledad lo marchita. Esa sensibilidad no le sirve en el mundo real el cual juega con él, Barton tiene algo especial, pero dentro de este mundo él no destaca, no le sirve ser superior si vive igual que un asesino en serie, en el fondo esa frustración de no poder avanzar con su historia es también la frustración de no avanzar en su vida. Está sólo y no conoce a nadie, mitigado por la soledad y adicto a un trabajo que no le comprende y no le devuelve lo que da, Barton Fink es la cucaracha de 'La Metamorfosis', un alma noble sepultada bajo indiferencia, odio y mentiras.
Escenarios tristes y al estilo Lynch, unos decorados magníficos y un John Turturro tremendo de verdad, John Goodman también está maravilloso, vaya dos actorazos que nos suele trae Joel Coen. La banda sonora es precisa y sutil, y muchas veces útil para evocar o remarcar sentimientos del protagonista. La fotografía está sumamente cuidada, encuadres milimetricos, planos picados y travellings cenitales buenísimos. Muy buena historia de un hombre que quería dar algo al mundo pero este siempre lo rechazó, un hombre que además tiene que buscarse un hueco en este mundo, incomprendido para él y lejos de su tranquilidad soñada, seguirá en busca de algo bonito y que no sea ruidoso. Los Coen siempre son geniales.