Adaptación a la gran pantalla del popular cómic de Bob Kane, que ese mismo año y con los mismos protagonistas conocía una exitosa versión en formato de serie de televisión que duraría dos años en la pequeña pantalla. Batman y Robin se enfrentan a un grupo de criminales entre los que se encuentran sus eternos rivales Joker y El Pingüino, quienes se han apoderado de un sofisticado artilugio para dominar el mundo.
Sin el rostro hierático y sin el traje metalizado con pectorales falsos, este es el Batman que parece el hombre elástico, que cada vez que suelta un puñetazo te ponen la onomatopeya "PUNCH!, CRONCH!". Una comedia clásica, hilarante y llena de momentazos como cuando es atacado por un tiburón de goma y se lo quita a puño limpio de encima, o cuando hace surf con el Joker los dos con bañadores de estampado de flores, o como cuando corre con la bomba en sus manos por el muelle esquivando monjas, peatones y más monjas, y justo cuando va a tirar la bomba al agua, se detiene porque hay un grupo de patitos, o Catwoman soltando una bofetada y arrancandole el bigote postizo al otro. Un Batman que se tropieza sólo y no estoy seguro de que estuviera en el guión que se tropiece tantas veces, y quien da los peores y más ortopédicos puñetazos que jamás vi en el cine.
Es que están los dos atrapados en una bolla marina magnética que a su vez está atrayendo una bomba hacia ellos, y pum, te cortan la escena y salen los dos tan tranquilos en una lancha, y uno se pregunta que rayos ha pasado, pero tranquilo que Batman te lo explica: "Menos mal que ese delfín suicida vino a ayudarnos, ¿Verdad Robin?". Puro cine.
Unos decorados simples pero coloridos, un ambiente californiano y muy muy buen rollo. Muy ligada al cómic y con un estilo desenfadado, es imposible no verla y esbozar múltiples sonrisas. Le da mil vueltas a algún Batman más moderno. Darle una oportunidad, no defrauda.