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    "Pensaba que era gracioso": Cómo George Clooney acabó cagando en una caja de gato para gastar una broma
    Ana Lasso
    Ana Lasso
    -Redactora
    No rechazo una saga cinematografíca o una serie de ocho temporadas. Salto de una historia de fantasía a una adaptación de época de algunas de las novelas de Jane Austen.

    Cuando hablamos de bromas, el actor no conoce límites.

    George Clooney

    Si hablamos de curiosidades estrambóticas, los actores y actrices de Hollywood, a veces, parece que tienen un sin fin de anécdotas vitales que son dignas de recopilarse en un libro. El último en desvelar algunos de estos momentazos ha sido George Clooney, quien ha desvelado una de las bromas más pesadas que ha hecho en su vida.

    Durante el programa The Howard Stern Show, el actor se abría en canal y sacaba a la luz algunos trapos sucios con sus compañeros de profesión. Cuando hablamos de bromas, Clooney no tiene límites, pero lo que sí que tiene es mucha, mucha imaginación para llevarlas a cabo.

    Matt Damon, Brad Pitt, ambos amigos suyos, e incluso Meryl Streep han sido algunos de los que han sufrido en sus propias carnes estas bromas. Pero, sin duda, el que ocupa un lugar especial en el ranking es uno de sus grandes amigos.

    Durante una etapa de su vida, a comienzos de su carrera en Hollywood, Clooney acababa de terminar una relación sentimental y se encontraba sin trabajo, y su amigo le acogió en su casa de un solo dormitorio, donde el famoso intérprete dormía en el sofá. Pero en el piso había un inquilino más, el gato de Victor, uno de los grandes protagonistas de esta historia.

    Mientras que Victor se iba al show de Carol Barnett a trabajar, Clooney se quedaba en casa y recogía las necesidades que el gato dejaba en su arenero. Hasta ahí todo bien. Sin embargo, cuando llegaba su amigo y veía que no había caca en el arenero se extrañaba, sin embargo, Clooney jamás desveló que era él quien limpiaba el arenero.

    "No sé por qué no le dije nada. Solo pensaba que era gracioso", asegura Clooney entre risas. "Pero hubo un día que se me iluminó la bombilla y me vino una idea a la cabeza". El actor, en vistas a que su compañero de piso estaba más que preocupado por su gato, depositó sus propias necesidades en el arenero.

    "Cuando entró por la puerta se fue al baño y en cuestión de un segundo gritó: 'Oh, Dios mío. Oh, Dios mío. George no lo vas a creer", cuenta Clooney casi llorando de la risa.

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