Indiana Jones y el templo maldito nace de una mentira: la que George Lucas le dijo a Steven Spielberg cuando insistió en que firmara para hacer una trilogía del personaje porque tenía tres historias buenísimas preparadas. Obviamente, solo tenía la de la primera parte, y a partir de ahí fueron improvisando. Dio la casualidad de que ambos directores acababan de romper con sus parejas, y de ahí ese tono oscuro, algo insalvable, que a ratos se tiene que ver pensando "Era la época". Pero algo es innegable: nos guste más o menos, es siempre entretenidísima.
Indiana Jones y el gazapo maldito
Si alguna vez tú también has pensado que esta segunda parte se hace un poco desagradable, no estás solo: Lawrence Kasdan, guionista de la primera, declinó volver porque no quería que nadie le asociara con la secuela: "Me pareció horrible. Creo que representa un periodo caótico en la vida de Lucas y Spielberg, y la película es muy fea y malvada". Eso sí, sirvió para que años después tuviéramos el reencuentro entre Harrison Ford y Ke Huy Quan, así que eso que nos llevamos.
Por supuesto, Indiana Jones y el templo maldito tuvo también su buena ración de gazapos. Particularmente hay uno flagrante, en el segundo 1:21:25, mientras Tapón escapa y se gira hacia la cámara. En la parte derecha podréis ver a un hombre con una camiseta azul cruzado de brazos y otro llevando un gorra que, por lo que sea, no pegan mucho el resto de la escena. Son, obviamente, miembros del equipo que se colaron en el plano sin querer. Ups.
Lucasfilm
Todos sabemos cómo acabó la cosa: El templo maldito recaudó 333 millones (más de diez veces su coste) y se convirtió en una muesca más de la imparable carrera de Lucas, Spielberg y Harrison Ford. Visto así, ¿a quién le importa un gazapillo más o menos?
