Danny Boyle tuvo mucha, muchísima suerte durante el rodaje de 28 días después. Y es que, para grabar un Londres desolado a mediados de 2001 solo contaba con media hora por las mañanas o 45 minutos los sábados al anochecer para cortar el tráfico de lugares tan importantes como el puente de Westminster o Piccadilly Circus. Contaba con ello. El problema es que, a mediados de rodaje, cuando ya habían grabado todas estas escenas, ocurrió el 11-S, y la paranoia se intensificó en todo el mundo. Como ha declarado en alguna ocasión, probablemente jamás le habrían dejado cortar las calles en aquel ambiente de miedo para no ahuyentar a la población. Pura y dura suerte.
No son zombis, son infectados
Quizá haya sido generoso diciendo que Boyle tuvo suerte, porque la verdad es que en un momento dado tuvieron que dejar de grabar por falta de dinero y sin haber filmado la secuencia final de la película: aunque al director le gustaba una en la que el protagonista moría, el estudio decidió que le financiaba un final... si era otro diferente, el que acabamos viendo. Al final, todos se salieron con la suya en cierta manera y al menos el público pudo ver (y juzgar) los diferentes finales en el DVD.
Lo que no metieron fue una escena alternativa a este plano donde se les fue un poquito la mano: tratando de coger agua de lluvia para sobrevivir al apocalipsis, Frank, interpretado por Brendan Gleeson, pone cubos en el suelo... ¡Sin darse cuenta de que uno de ellos es un cubo de la ropa y poca agua se va a poder recoger ahí! Preparados para el apocalipsis, sí, pero poco.
Fox searchlight
Después de todos los problemas que sufrió durante su rodaje, 28 días después se convirtió en un éxito indie que amasó diez veces lo que costó y dio el visto bueno a una secuela, 28 semanas después, que, una vez más, fue un exitazo. Llevamos mucho tiempo con los rumores de un posible 28 años después, pero, a este paso, y si se estrenase en 2030, realmente haría honor a su nombre. Y parece que se estrenó ayer.
