Antes de empezar a escribir El mundo perdido, la secuela de Parque jurásico, David Koepp, el guionista, recibió la carta de un niño dejando claro lo que esperaba de la película: "Mientras mantengas al T-Rex y el Velociráptor, todo lo demás está bien. Pero, hagas lo que hagas, no tengas una parte aburrida al principio que no tiene nada que ver con la isla". Koepp la guardó como manera de recordar qué es lo que el público quería ver en la secuela. Y funcionó. Vaya que si funcionó. Y eso que la relación con Michael Crichton no fue precisamente sobre ruedas.
¿Cuánta gente muerta?
El novelista de Parque Jurásico no estaba seguro de querer escribir una secuela, pero cuando vio el resultado financiero de la adaptación cinematográfica se le ocurrió una nueva idea muy pronto. El problema es que nadie le pasó el guion hasta que estuvo a punto de no permitir ciertos derechos de merchandising: según Kathleen Kennedy, entonces productora ejecutiva, Steven Spielberg y David Koepp hicieron su secuela sin mirar siquiera al nuevo libro de Crichton, y este acabó quejándose. Al final, acabaron haciendo una pequeña mezcla.
Al menos lo que sí se conservó fue una pieza de diálogo brillante que nos indica el final de una de las tramas abiertas de la primera parte. En un momento dado, Malcolm y Hammond discuten sobre los tres muertos que hubo en el primer Parque Jurásico. Sí, exacto, tres: Robert Muldoon, Donald Gennaro y Ray Arnold, el personaje interpretado por Samuel L. Jackson. Es posible que te estés preguntando por qué no cuentan la cuarta muerte, la de Dennis Nedry, y no es un gazapo: hay un buen motivo para ello.
Al terminar Parque Jurásico nadie conoce realmente el final del personaje. Lo más probable es que crean que, simplemente, cogió su dinero tras vender los secretos de la empresa y desapareció del mundo. Bueno, al menos la segunda parte de la frase es real.