Qué levante la mano todo aquel que busca específicamente películas de una hora y media y que desecha aquellas que superan las dos horas. Mientras en las salas de cine las cintas son cada vez más largas y llegan a rozar las tres horas, cuando vemos algo desde casa preferimos asegurarnos de que sea corto, rápido y que no nos mantenga ocupados demasiado tiempo.
Si te sientes identificado con este párrafo, es posible que una película que dura 3 horas y 58 minutos te provoque taquicardias y algún que otro sarpullido en la piel, pero te prometemos que esta cinta merece cada milésima de tu tiempo. Hablamos de Lo que el viento se llevo, una joya de 1939 que, en términos de entretenimiento -sin entrar en temas de racismo o igualdad-, ha envejecido especialmente bien.
Es difícil no saber qué película es Lo que el viento se llevó. Aunque nunca te hayas enfrentado a ella, todos conocemos la frase "A Dios pongo por testigo que jamás volveré a pasar hambre", una escena muy potente de la cinta y que marca el futuro del personaje de Vivien Leigh, la mítica Scarlett O'Hara, después de que la Guerra de Secesión haya acabado con todos sus privilegios. Si creciste en los 90 como fan de Los Simpson, también te sonará la escena donde el jardín de la familia amarilla acoge a centenares de heridos sin que se vea el fin. En caso de que no lo supieras, es una referencia a Lo que el viento se llevó -entre las muchas otras que tiene-.
FOX / Metro-Goldwyn-Mayer
La protagonista indudable de la historia es Scarlett -o Escarlata, dependiendo de qué edad tengas-, una jovencita de familia adinerada con un carácter egoísta y acostumbrada a tener siempre lo que quiere. Ella quería tener un buen marido y una buena casa provista de toda clase de lujos, pero llega la guerra civil estadounidense y Scarlett descubre lo que es pasar penurias.
Es una preciosa historia de superación que también fue una adelantada a su época. A pesar de que tiene algunos temas peliagudos respecto al racismo y, sin duda, alguna que otra escena nos rechinará si la vemos a día de hoy, Scarlett es un personaje muy interesante. Una mujer que tuvo que salir adelante sola y que siempre fue presentada con las ideas muy claras.
Metro-Goldwyn-Mayer
Una auténtica epopeya detrás de las cámaras
Lo que el viento se llevó es la razón por la que vemos al Hollywood de antes como un lugar cruel, frío y agotador. La producción encontró todo tipo de problemas para salir adelante. Para empezar, el comienzo del rodaje se retrasó durante dos años porque el productor David O. Selznick quería asegurarse de que Clark Gable pudiera dar vida a Rhett Butler, quien se casaría con la señorita O'Hara. Al mismo tiempo, entrevistaron a 1.400 actrices para el papel de la protagonista, aunque Leigh estuvo en el punto de mira de Selznick desde que la vio en Fire Over England.
Más allá del casting, la cinta también sufrió retrasos porque el guion sufrió numerosas revisiones para intentar acortarlo y el director original, George Cukor, fue despedido y sustituido por Victor Fleming, quien tuvo que ser sustituido a su vez para poder tomarse un tiempo de descanso a causa del agotamiento que sufría. Cuenta la leyenda que, para terminar el guion a tiempo, trabajaban entre 18 y 20 horas diarias y Selznick les prohibía parar para comer. Tenían que conformarse con plátanos y cacahuetes -aunque el hijo del productor asegura que su padre nunca hubiera hecho eso y les hubiera pedido comida al estudio-.
El caso es que el filme aparece acreditado con tres directores. Fue la producción cinematográfica más ambiciosa de su tiempo y, aunque algunos críticos de la época opinaron que se esperaban algo más de una película que se suponía "un acontecimiento importante en la historia de la industria del cine", el tiempo ha confirmado que siempre estuvo a la altura.
