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    Cannes 2015: El festival llora a Amy Winehouse con ‘Amy’, su hagiografía definitiva

    Asif Kapadia reconstruye la vida de la cantante del “Back To Black” a través de home movies nunca vistas. En competición Nanni Moretti logra emocionar con ‘Mia madre’. Mientras tanto, Arnaud Desplechin, brilla en la Quincena de Realizadores.

    La vida y obra de Amy Winehouse quedó reducida para el gran público a sus últimos cinco años de vida. Cuando la artista era portada día sí, día también, en todo tipo de tabloides y programas de televisión, mientras su adicción a las drogas y al alcohol iban haciendo mella en su salud, hasta dar con su muerte a los 27 años en julio de 2011. Con su fallecimiento no sólo perdimos a una iconoclasta estrella del pop, sino a una de las mejores voces de la historia del jazz –el propio Tony Bennett la compara en la película con Ella Fitzgerald y Dinah Washington-, y una compositora de temas rock (años 60) y soul realmente maravillosa. Sin embargo la imagen pública de Winehouse al final se redujo al clip de YouTube en el que se la ve tan borracha en un concierto que no puede ni recordar la letra, a las fotos de cuando salió descalza y en ropa interior a entregarse a la noche de Candem o a las continuas denuncias por consumo y tráfico de heroína a las que fue expuesta con su (entonces) novio Blake Fielder-Civil.

    El realizador británico Asif Kapadia (Senna) toma la decisión de reconstruir la vida de Winehouse centrándose más en su crecimiento como artista, dejando en evidencia lo nefastas que fueron sus malas compañías –incluyendo a su propio padre, quién ha retirado todo el apoyo a la obra-, quedando una crónica tristísima, casi indignante, de como una joven con un talento fuera de órbita acabo siendo devorada por los medios, las drogas y, en definitiva, su clara incapacidad para convertirse en una figura pública. Más de cien entrevistas y un sinfín de imágenes y grabaciones caseras –durísima la llamada registrada en el móvil del ex novio en que le suplica que vuelva con él- que nos muestran a la persona, más que a la estrella. Está claro que Kapadia, a lo largo de las dos horas de duración de la obra, cae en lo tendencioso, congelando imágenes que reafirmen el horror acaecido, induciendo flash-backs para hacer más dramáticas las comparaciones y posicionándose moralmente a favor de la artista. Convirtiendo lo que ya era ciertamente triste en algo terrorífico. Raro será que no gane el Oscar a Mejor Documental.

    John Turturro, Margherita Buy, Nanni Moretti ('Mia Madre')

    Nanni Moretti regresa a la competición oficial –estuvo en 2011 con Habemus Papam y ganó la Palma de Oro en 2001 con La habitación del hijo- con Mia madre, un tan delicado como bello (y sincero) retrato de una cineasta (Margherita Buy) –verdadera alter ego de Moretti, aunque él aparezca en la cinta como su hermano- a la que no deja de complicarse el rodaje de su última película y que, al mismo tiempo, ve cómo su madre, enferma terminal, se acerca poco a poco a la muerte. Leído el argumento uno podría llegar a pensar que estamos ante un drama tremebundo –incluso a temblar si recuerda que fue Moretti el presidente del jurado que le dio la Palma de Oro a Michael Haneke por Amor-, pero lo cierto es que la película es más bien un comedia melodramática –los aportes de John Turturro como estrella americana incapaz de recordar sus frases en italiano son absolutamente desternillantes (también el baile magrebí con el que se lanza al final del rodaje)-, donde el realizador describe el oficio de director de cine como un azaroso acto de humildad extrema (en las antípodas de Birdman), dotando de una humanidad (y naturalidad) sin límites a todas las secuencias familiares. Película pequeña en el gesto, pero gigantesca en el contenido, confirma que Moretti -20 años después de Caro diario- sigue siendo un cineasta capital. Y cuanto más mayor, mejores películas hace.

    Cerramos rápido con Arnaud Desplechin y su Trois souvenirs de ma jeunesse, que ha sido relegada a la Quincena de Realizadores tras la negativa del director al Festival de presentarla en Un certain regard –incomprensible que no esté en competición oficial y sí figuren en ella otros cineastas franceses claramente menores como Maïwenn o Stephané Brizé-. En ella Desplechin regresa por sus fueros, tras la fuga narrativa que representó la fallida Jimmy P. (aunque tiene sus valedores), es decir: un huracán de fuerza narrativa –música e imágenes superlativas se suceden a toda velocidad- que pone en escena la historia de amor entre dos jóvenes en unos años ochenta avocados tanto al romance decimonónico –todo es superlativo- como al hedonismo existencial –el carpe diem cómo espíritu vital-; en contraposición a los idealistas combativos de Assayas en Después de Mayo y de Hansen-Love en Un amour de jeunesse (ambas películas parecen ser parodiadas por Desplechin cuando extrema sus diálogos y conflictos dramáticos). Por ello, aún lejos de sus mejores obras –pienso en Reyes y reina o en Un cuento de Navidad-, estos recuerdos de juventud son una auténtica delicia, pura forma cinematográfica que los más estetas disfrutarán con una sonrisa en la boca.

    + Todas las crónicas de Cannes por Alejandro G. Calvo

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