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    10 sencillos cambios de última hora que salvaron películas enteras

    Decisiones de cásting absurdas, líneas de guión escritas durante accesos de locura, errores técnicos... todo puede arreglarse, e incluso llevar un film cualquiera a la grandeza, si le echas imaginación.

    Demasiado posmodernismo

    El estreno de Scream en 1996 sacudió el cine de terror y lo envió directamente al siguiente milenio, uno en el que el género podía constantemente reírse de sí mismo y hacerse todo tipo de guiños cómplices. La sorpresa que supuso el film de Wes Craven, efectivamente, iba a ser muy difícil de replicar, sobre todo cuando apenas empezado el rodaje el guión de Scream 2 se filtró en Internet, y multitud de usuarios supieron quién era el asesino antes siquiera de ver la película.

    Miramax

    Esto condujo a que al guionista Kevin Williamson y Wes Craven no se les ocurriera otra cosa que cambiar el guión de arriba abajo, y siempre para bien. Así, mientras en el libreto original Derek y Hallie resultaban ser los asesinos y Sidney (Neve Campbell) moría al final a sus manos, las reescrituras de emergencia colocaron a Mickey (Timothy Olyphant) y Debbie (Laurie Metcalf) como los verdaderos psicópatas -algo que tenía bastante más sentido-, y la eventual supervivencia de Sidney permitieron la continuidad de la saga

    Edward Norton toma el mando

    Ya hablamos del caso American History X al hilo de directores que odian sus propias películas, citando a Tony Kaye y su afán por ser nombrado "Humpty Dumpty" en los títulos de crédito. La causa era la decisión de Edward Norton de retocar el montaje a su antojo, ofreciendo una versión muy distinta a la de Kaye, que fue la que finalmente llegó a los cines

    Aurum

    Sin embargo, y aunque Kaye cuente con todo nuestro apoyo, lo cierto es que la mano de Norton mejoró el film, manufacturando ese efectivísimo recuerdo que todos atesoramos del film. Y es que la versión original contaba con un final que, examinado hoy, no podría ser menos apropiado: tras la muerte de su hermano (Edward Furlong), el personaje de Norton daba por finalizados sus intentos de rehabilitación y volvía a unirse a sus amigos neonazis, centrándose el último plano en él afeitándose la cabeza. Un final quizá más potente y más cínico, que sin embargo traicionaba el espíritu redentor de la película. 

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