Perla lleva dos años esperando a que su pareja Fabio salga de la cárcel, para estar juntos y formar una familia. El día de la puesta en libertad, van al canódromo del tío de Fabio, que ya muy viejo y enfermo, espera que al morir su negocio pase a manos de su sobrino.
Por otro lado, encontramos a Zamuri que era el responsable del canódromo hasta la llegada de Fabio. Ahora todas sus esperanzas de tener un mejor puesto y unas mejores condiciones se han acabado. El encargado de cuidar a los perros se llama Lillo, que queda prendado de Perla y hará todo lo posible porque ella consiga sus sueños y sea feliz.
El problema es que las ilusiones de Perla se disipan como el humo, cuando conoce que Fabio no tiene ninguna ilusión, ni intención en formar una familia. Ahora, que acaba de salir de prisión solo quiere sentirse libre y no está preparado a atarse a nada.
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