Críticas
3,5
Buena
Basada en hechos reales

Subjetividad y mirada cinematográfica

por Israel Paredes

Tras varias novelas con cierto éxito y repercusión, la escritora francesa Delphine de Vigan publicó en 2011 Nada se opone a la noche, en la cual se enfrentaba a la historia de su propia familia y, en especial, narraba los problemas mentales de su madre, quien sufría desorden bipolar. Seis años después, publicaría Basada en hechos reales, en la cual la escritora componía tanto un thriller psicológico como, ante todo, una reflexión sobre el papel del escritor en nuestro presente, sobre la intersección de realidad y de ficción, y acerca de cómo de Vigan tuvo que enfrentarse al éxito y al vacío creativo tras exponer de manera tan abierta cuestiones muy personales y graves para ella. Así, la novela se presentaba como un simulacro literario para poner de relieve el artificio de la realidad y de la ficción, de los peligros de convertir a la primera en la segunda y que ésta devenga en aquella. Sobre su base, resulta evidente que el material literario de la escritora francesa interesase tanto a Roman Polanski, su director, como a Olivier Assayas, su coguionista junto al cineasta polaco y hay elementos suficientes como para poder crear conexiones con la obra de ambos. 

A la hora de llevar a pantalla la obra de de Vigan, Polanski y Assayas han reducido gran parte de los elementos que componían la base de la novela, como por ejemplo los mensajes anónimos que su protagonista, Delphine (Emmanuelle Seigner), recibe y que en el texto literario ayudaba a crear inquietud y que en la película acaba siendo un elemento residual. O bien, la reflexión de la labor literaria y, evidentemente, el juego autoficcional que ponía en marcha de Vigan. También han variado sustancialmente la resolución de la película, con un cambio que Polanski se ocupa desde el principio de poner en escena de una manera simple, basada en la puesta en escena, evidenciando su deseo de no jugar con el espectador y exponer desde el principio cuáles son las reglas del juego entre D y Elle (Eva Green). Algo así puede hacer pensar en un trabajo poco elaborado, sin embargo, obedece a un claro acercamiento a un modelo estructural y narrativo que mira de cerca, muy cerca, al thriller psicológico más al uso a la vez que se aleja de él mediante un tratamiento escénico y de puesta en escena en el que la sencillez, aparente, por otro lado, y una elegante trasparencia visual, sirven para adentrarse en un retrato de personaje, el de Delphine, que puede remitir al primer Polanski en muchos aspectos, si bien en Basada en hechos reales confiere a la narración de una mayor energía y rapidez en su narración, con una estructuración tan lineal como fragmentada, en ocasiones, con rupturas narrativas que pueden dar a entender, de manera errónea, cierta dejadez compositiva, cuando lo que esconde es un estilo narrativo directo que busca que cada secuencia transmita la ruptura mental de Delphine mediante una absoluta subjetividad en la mirada. 

Polanski y Assayas estructuran Basada en hechos reales en tres actos, al igual que la novela, que podrían corresponder con una inicial seducción ante Elle, la depresión surgida de una dependencia que conduce a cierta anulación personal y, finalmente, la traición como respuesta a lo segundo y como forma de revitalizarse por parte de Delphine para poder, no solo salir de su estado, sino también para poner en marcha su nueva novela vampirizando lo que ella cree que es la realidad cuando, en el fondo, es ella la que está creándola en su mente. Esto es, una ficción. Si la novela de de Vigan proponía una reflexión sobre los límites de la realidad y de la ficción, tanto dentro de la historia planteada por la escritora como en su propia ejecución literaria, Polanski conduce la adaptación hacia el mismo terreno para romper las limitaciones entre ambas esferas: al final importa cómo la creación se nutre, o puede hacerlo, de la realidad. Sea cuál sea ésta. La ruptura mental del personaje de Delphine con respecto a aquello que la rodea y la creación mental de una realidad propia, única, solo visible para ella. Así, la escritora elabora su obra en su mente y, después, usa la vida de Elle para su nueva novela, introduciéndose la película en el terreno del thriller psicológico de una manera tan clara como, quizá, también de manera más rudimentaria. Pero esto no debe considerarse del todo como algo peyorativo. Porque Polanski deja que sea la puesta en escena en toda su simpleza la que hable de ese interior, la que vaya construyendo, en ocasiones desde cierta abstracción visual, al personaje de Delphine y sus circunstancias, más interesado en que la forma lo exponga que en crear una narración más convencional; aunque, al final, acabe siéndolo más de lo deseado. Es posible ver en Basada en hechos reales ecos de un tipo de thriller ya superado, pero lo hace no a modo referencial ni como pastiche, sino que propone uno basado en la desnudez estilística, en el uso de la puesta en escena como vehículo para ir trazando un territorio cinematográfico remitente a la realidad, pero en la que aparece un halo irreal, surgido del punto de vista deformado de Delphine, que acaba dando como resultado una película por momentos hipnótica. Lástima que, en general, todas esas buenas ideas no tengan del todo la fuerza necesaria para dotar al conjunto de mayor interés. No obstante, una película que sigue, a pesar de las diferencias entre ellas, los últimos largometrajes de Polanski en su estilo directo, límpido, desnudo y elegante. 

A favor: Eva Green y la sencillez de la puesta en escena de Polanski, quien desnuda las imágenes para componer un thriller claro y directo, sin desvíos. 

En contra: Que no consigue llegar al interés reflexivo de la novela y que, al final, queda la sensación de que la película se ha quedado a medio camino de casi todo.