Son demasiado largas, tienen efectos especiales sensacionales y, por decirlo de alguna manera, son para no pensar en nada. Las películas de Transformers, de Michael Bay, han dado forma al cine moderno de gran éxito hasta cierto punto, aunque fueron rechazadas en gran medida por la crítica. Si bien el primer Transformers pudo inspirarse en el encanto nostálgico del cine de Steven Spielberg, las siguientes entregas, en realidad, son orgías de destrucción. Audiovisualmente impresionantes, pero más allá de eso no hay nada.
Transformers: el último caballero ya no era capaz de generar las grandes cantidades que generaba la franquicia en un principio y, aún así, se hizo con una taquilla global de 600 millones de dólares, que cumplía de sobra con el presupuesto de 217 millones de dólares estadounidenses. Es posible que sea la entrega más floja, pero es perfecta para los que busquen el puro espectáculo.
En Transformers: El último caballero, el mundo ha cambiado por completo. La Tierra es un lugar desolado donde la supervivencia es complicada y los humanos luchan contra los robots alienígenas. Antes de desaparecer, Optimus Prime ordenó a su séquito a proteger a Cade Yeager (Mark Wahlberg) y su familia. El mecánico se ha escondido en Dakota del Sur y dirige allí un depósito de chatarra y taller.
Para reconstruir su patria destrozada, Optimus necesita un artefacto de 1600 años de antigüedad de la época del Rey Arturo, que se dice que está en la tumba de Merlín. Se supone que debe restaurar la paz entre humanos y máquinas, pero no va a ser nada fácil.
Un espectáculo salvaje
Transformers: el último caballero sigue el patrón de la franquicia sin engañar a nadie. "Transformers es el juguete con el que Bay no puede evitar distraerse cada tanto, una oportunidad, facilitada por la taquilla, que le permite hacer lo que más le gusta sin complicarse la vida en exceso", escribe Alberto Corona en su crítica para SensaCine. "El último caballero se ve únicamente capaz de decepcionar cuando desaprovecha con tanta alevosía las intentonas de añadirle aristas y nuevas imágenes a su propio universo, siendo espléndida la pareja que hacen un Anthony Hopkins todoterreno y su mayordomo-robot-ninja-británico-esquizofrénico".
La entrega más excéntrica y furiosa de una saga que nació siendo excéntrica y furiosa
Tiene una duración de 155 minutos, por lo que la acción tarda en pisar el turbo. Solo con la llegada de Anthony Hopkins empieza lo bueno. De repente, todo cobra vida y comienzan los mejores valores visuales. Así se desarrolla una cinta de acción sin miedo a mezclar géneros -lo mismo mezcla un romance inglés de la campiña, una obra de Julio Verne o la esencia de Indiana Jones- que es, sin lugar a dudas, un espectáculo gigantesco.
Transformers: el último caballero está disponible en Netflix, HBO Max y Prime Video.