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    Quentin Tarantino ve ‘Kill Bill’ como una relación sadomasoquista con el espectador: “Cuando sales tienes algo que contar”
    Pedro Gallego
    Pedro Gallego
    -Redactor de cine y series
    Periodista cultural con varios años de experiencia con especial interés en el cine y las series. Busca las mejores recomendaciones para ver en las diferentes plataformas de streaming.

    La icónica película fue un regreso a su irreverencia juvenil.

    Quentin Tarantino es esa rara clase de cineasta donde no puedes fallar escogiendo película predilecta, porque todas tienen algo especial que las hace digna de mención y de ser recordadas. Aunque siempre hay algunas que destacan por encima del resto. Los dos volúmenes de Kill Bill son un ejemplo clarísimo, que fueron clave para la educación cinéfila de muchos aficionados, en el mejor de los casos descubriendo una gran corriente de cine asiático e histórico.

    Kill Bill Volumen 1
    Kill Bill Volumen 1
    Fecha de estreno 5 de marzo de 2004 | 1h 52min
    Dirigida por Quentin Tarantino
    Con Uma Thurman, Sonny Chiba, Lucy Liu
    Medios
    4,8
    Usuarios
    4,1
    Sensacine
    4,0

    La violenta historia de venganza con Uma Thurman es una obra mayor en su carrera, y tal y como se detalla en el libro Quentin Tarantino: The Iconic Filmaker and His Work, una parada a la que llegó de manera muy natural. Después de un periodo de retiro tras la relativamente tibia recepción de Jackie Brown, su película más madura en aquel momento, el director decidió retorcer su relación con el espectador recuperando su irreverencia juvenil.

    Para ello nada mejor que volver su propia juventud, a todas las cintas de explotación y todo el cine asiático que consumía como voraz aficionado al cine en los setenta. Su entusiasmo por esa clase de cine fue recuperado a lo bestia para hacer esta doble película, viendo al menos una película de artes marciales de los Shaw Brothers al día hasta que su manera de entender la acción y el cine se volviese un segundo idioma para él.

    La violencia como segundo idioma

    El proceso, tal y como describe el propio Tarantino, era una progresión bastante natural para él. "No me considero realmente un cineasta americano como lo podría ser Ron Howard". Así, meterse de lleno en una elegante orgía violenta de marcado carácter oriental le podía resultar relativamente fácil, cambiando ligeramente sus característicos diálogos para que sus personajes pudieran hablar a través del combate.

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    Su manera de subir la apuesta fue arriesgada, pero necesaria según Tarantino. El director explicó como "la relación entre el director y la audiencia es como el sadomasoquismo, y el público es el masoquista". Para él, lo más importante al acabar de ver una de sus películas, es que "cuando sales tienes algo que contar", ya sea porque te ha maravillado u horrorizado. Kill Bill, con su carácter intransigente y valiente, sin duda cumple con esas condiciones.

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