El camino para hacer películas, en Hollywood y en general, puede ser muy largo y tortuoso, llevando años de proceso para poder empezar a rodar. Es por ello que algunos directores aprendieron rápido a no poner todos los huevos en la misma cesta, teniendo varios proyectos en danza en caso de que uno consiga avanzar rápido. Bien lo supo George Miller durante todos los años que le costó hacer Mad Max: Furia en la carretera.
Desde que tuvo el impulso de hacer la cuarta película de su saga más famosa hasta su estreno pasaron perfectamente casi dos décadas. La ambición del proyecto y la decepcionante respuesta a su película Babe, el cerdito en la ciudad le pusieron trabas que alargaron el desarrollo. Entre medias, el director decidió arriesgarse con un proyecto diferente e inisual: Happy Feet: rompiendo el hielo.
El pingüino que hizo posible el desierto
Tal y como comentó Miller en la historia oral de cómo se hizo su obra maestra de acción, Blood, Sweat & Chrome: The Wild and True Story of Mad Max: Fury Road, "la forma de salir adelante en esta industria es tener más de una cosa preparada". En cierto punto, las herramientas de animación necesarias para desarrollar Happy Feet estaban disponibles, y había un estudio, Warner Bros, dispuesta a producirla. Mad Max tenía que esperar.
Su película animada para niños sobre un pingüino bailarín fue una peculiar decisión, pero una que sin duda fue acertada. Obtuvo 384 millones de dólares en la taquilla mundial y un Premio Oscar a la mejor película de animación, convirtiéndose así en el mayor éxito de la carrera de Miller. El australiano se encontraba en ese momento con más poder de decisión que nunca, con múltiples posibilidades por las que tirar. Incluyendo su regreso al loco mundo de Mad Max.
"Es demasiado demencial": muchos creían que esta película de acción nunca se haría, pero se convirtió en una de las mejores de este sigloPero Miller no quería dar un paso en falso, así que confió en su productor habitual Doug Mitchell. Este ayudó a negociar con Warner Bros un trato favorable, que incluiría la producción de dos películas de Miller. La condición para este acuerdo fue, obviamente, que una de ellas fuese una secuela de su monstruoso éxito animado, así que Happy Feet 2 se comenzó a desarrollar mientras otras opciones se consideraron.
Una de ellas fue el fallido proyecto de película de La Liga de la Justicia dirigida por Miller, que iba a tener a Armie Hammer como Batman. Una vez estuvo claro que ese proyecto no iba a salir adelante por múltiples complicaciones, el director retomó el desarrollo de Mad Max: Furia en la carretera al mismo tiempo que iba puliendo la secuela de Happy Feet. Así que puede decirse que este pingüino fue responsable en parte de una de las mejores películas de este siglo.
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