En 2022 se cumplieron 50 años de la tragedia de los Andes. El 13 de octubre de 1972, un avión de la Fuerza Aérea Uruguaya se estrelló en la nevada Cordillera de los Andes con 45 personas a bordo. Muchos de los pasajeros eran los jugadores de un equipo de rugby que rondaban la veintena, habían alquilado el avión para viajar de Montevideo a Santiago de Chile y les acompañaban algunos familiares y amigos. Trece personas murieron en el accidente y cuatro más la primera noche, mientras que los 28 restantes se vieron obligados a sobrevivir en las condiciones más extremas: temperaturas de 30 grados bajo cero, perdidos entre la inmensidad de unas montañas en las que solo había nieve a 3.500 metros de altura y con apenas unas cuantas chucherías como únicos víveres.
Al principio, todos mantenían la esperanza de que serían encontrados y rescatados más tarde o más temprano, pero los días comenzaron a pasar. La presencia del avión en la nieve no era visible desde el cielo y, por mucho que los aviones de rescate sobrevolaron sus cabezas, nunca llegaron a encontrarlos y decidieron abandonar la búsqueda considerando imposible que hubiesen podido sobrevivir.
Así comenzaría una epopeya de supervivencia que se extendería a lo largo de 72 días en los que fallecieron 12 pasajeros más, ocho de ellos como víctimas de un alud que sepultó el fuselaje. Finalmente, 16 personas sobrevivieron a la tragedia, teniendo que llevar a cabo extremas medidas de supervivencia, como alimentarse con la carne de sus amigos y familiares muertos, y desarrollando al máximo su instinto e ingenio para conseguir salir de allí por su propio pie. Cosa que consiguieron.
Este relato es el eje central de la nueva película de J.A. Bayona que acaba de llegar a Netflix tras su breve paso por las salas de cine y que ha sido elegida como la representante española en la próxima edición de los Oscar: La sociedad de la nieve, un filme construido sobre la base del libro homónimo que Pablo Vierci publicó en 2008 y su propio resumen describe como "el definitivo sobre la historia más inverosímil jamás contada". Compañero de colegio de los supervivientes, el autor uruguayo comenzó a escribir el libro en 1973 e incluso llegó a acompañar a un grupo de ellos a la montaña en una de las tantas visitas.
Para su película Bayona decidió centrar lo ocurrido en los que se quedaron allí arriba y desplazar el punto de vista "hacia los otros, los que no regresaron", porque "era el capítulo que faltaba", pero en el libro, son cada uno de los 16 supervivientes los que recuerdan en primera persona cómo fueron esos 72 días y construyen el relato completo.
Francisco Abal, Gastón Costemalle, Rafael Echevarren, Julio Ferradás, Alexis Hounié, Dante Lagurara, Guido Magri, Felipe Maquirriaín, Graziela Mariani, Julio Martínez-Lamas, Ramón Martínez, Daniel Maspons, Juan Carlos Menéndez, Liliana Navarro de Methol, Francisco Nicola, Esther Horta de Nicola, Gustavo Nicolich, Arturo Nogueira, Eugenia Dolgay de Parrado, Susana Parrado, Marcelo Pérez del Castillo, Enrique Platero, Ovidio Joaquín Ramírez, Carlos Roque, Daniel Shaw, Diego Storm, Carlos Valeta, Fernando Vázquez y Numa Turcatti no regresaron de la cordillera. El último de ellos, Numa, protagonista de la película, falleció con un papel en la mano: "No hay amor más grande que dar la vida por los amigos".
Netflix
¿Qué fue de los 16 supervivientes de la tragedia de los Andes?
Esto es lo que fue de los 16 supervivientes que lograron volver, tal y como resume el libro La sociedad de la nieve en el episodio dedicado a cada uno de ellos:
Roberto Canessa: Estudiante de medicina que se encargó de los cuidados médicos de sus compañeros y también fue uno de los dos expedicionarios que lograron salir de la montaña, Canessa terminó la carrera de medicina y se especializó en cardiología infantil, recibiendo en dos ocasiones el Premio Nacional de Medicina. Roberto se caso con su novia y tuvo tres hijos (el mayor, Hilario, fue bautizado con el nombre de la montaña de 5.000 metros que escalaron en su hazaña). Roberto Canessa construyó una laberíntica casa cuya puerta siempre está abierta: en ella ha acogido a numerosas personas necesitadas durante años.
Coche Inciarte: Se licenció como ingeniero agrónomo y dirigió varias empresas y la principal cooperativa de lácteos de Uruguay, aunque posteriormente dejó su oficio y se dedicó a la pintura y a dar charlas sobre su experiencia en los Andes. El superviviente falleció el pasado mes de julio de 2023 a los 75 años a consecuencia de una enfermedad, pero pudo ver la película de Bayona: el director le enseñó un corte muy inicial antes de su fallecimiento.
Daniel Fernández Strauch. Ingeniero agrónomo, se casó con su novia de toda la vida y tuvo tres hijos. Se dedicó a dar clases en la universidad Vive en un piso amplio en el centro de Montevideo sin ostentaciones y, aunque a veces puede parecer distante, tiene un carácter muy afable.
Adolfo Strauch. También se licenció como ingeniero agrónomo y administra campos en Uruguay. En marzo de 2006, cuando volvió al lugar del accidente, se encontraba con un camarógrafo y el propio Pablo Vierci cuando se alejaron del grupo. Entonces comenzó a llover y soplar el viento y el rastro de los caballos se borró, dejando a los tres hombres aislados. Adolfo fue el único que se mantuvo sereno y tomó las riendas de la situación, consiguiendo encontrar el camino antes de que anocheciese.
Moncho Sabella. Se dedicó a ser empresario con muchos altibajos, pero siempre con un gran empuje para salir adelante. Tuvo problemas de salud que volverían a llevarle al borde de la muerte y, junto a Daniel Fernández y otros, creó la Fundación Viven, que tiene el objetivo de contribuir con la comunidad. Ahora vive en Paraguay y también brinda conferencias sobre los Andes.
Álvaro Mangino. Ha tenido varias empresas en las que ha los privilegios y el bienestar de sus trabajadores siempre le han importado más que el lucro. "Tiene una mirada transparente donde es imposible imaginar una mentira", escribe Vierci sobre él. Vive en una casita sencilla a las afueras de Montevideo y siempre lleva consigo la cadenita con el crucifijo de plata que llevaba en la montaña.
Gustavo Zerbino. Se había autoimpuesto la meta de llevar un recuerdo de cada uno de sus seres queridos a todas las familias que perdieron a alguien en el accidente y eso hizo. Las atesoró en un bolso durante toda su supervivencia y se negó a subir sin ella al helicóptero de rescate. Hace varias décadas fundó un laboratorio y en 1992 se convirtió en el Presidente de la Cámara Farmacéutica que aglutina todos los laboratorios de Uruguay. Gustavo ha dedicado una parte de su vida a su negocio, pero otra muy importante a la ayuda a su comunidad, siendo muy querido por todos los que le rodean. En su casa sigue habiendo un mueble antiguo donde guarda algunos de los recuerdos de la cordillera.
Javier Methol. Su mujer, Liliana, murió en el alud, pero él pudo volver con sus hijos y pasado un tiempo se casó una segunda vez. Dirigente de compañías tabacaleras, la última etapa de su vida la dedicó en exclusividad a dar charlas sobre los Andes y a pasar horas y horas respondiendo correos electrónicos de personas que escribían a través de la web Viven. Fue el fundador y primer presidente de la Fundación ¡Viven! Falleció en el año 2015.
Pedro Algorta. Se graduó en Economía, hizo varios posgrados y nunca dejó de formarse. De hecho, con 54 años se matriculó en Relaciones Internacionales. Vive en Buenos Aires y, según Vierci, tiende a minimizar la trascendencia de lo que vivió en la cordillera.
Carlos Páez. Técnico agropecuario, durante 10 años trabajó en el campo, pero luego se hizo publicista y dirigió una consultoría de comunicación. Desde hace tiempo, no obstante, se dedica a dar charlas y conferencias sobre los Andes. "Es exuberante y gracioso, no parece inhibirse ante nada y ante nadie", escribe Vierci sobre él.
Roy Harley. Ingeniero industrial, Harley ha trabajado toda su vida en una fábrica de pinturas y tiene una empresa de mantenimiento de áreas verdes. Aficionado al deporte, entrena varias veces por semana y su gran orgullo en la vida no es su profesión ni su vivencia en los Andes, sino cada uno de sus hijos.
Bobby François. Técnico agropecuario, siempre ha trabajado en el establecimiento rural que heredó de su familia. Tiene cinco hijos y es "extremadamente afectuoso", recuerda Vierci.
Tintín Vizintín. Estudiante de Derecho, Vizintín fundó y lideró diferentes empresas, de distinto éxito, y también fue Presidente de la Unión de Rugby de Uruguay. Durante muchos años reunió al grupo de supervivientes en su casa cada semana para hablar de su experiencia en la montaña.
Pancho Delgado. Su novia lo sintió con vida durante los 72 días que estuvo perdido en la montaña y, a su regreso, se casaron y formaron una familia de cuatro hijos. Tiene uno de los estudios notariales más prestigiosos de Uruguay y "es evidente que le duele hablar de la cordillera", aunque fue él quien aceptó a hablar de la parte más dura de su experiencia, el canibalismo, durante la conferencia que dieron a su regreso de la montaña, cuando revelaron al mundo cómo habían sobrevivido.
Eduardo Strauch. Posee uno de los estudios de arquitectura más acreditados de Uruguay y se mantiene joven, como si el tiempo no pasara por él. Treinta y tres años después del accidente, comenzó a dar charlas y conferencias sobre los Andes desde una perspectiva humanista, pero nunca se ha considerado un héroe.
Nando Parrado. El otro expedicionario que logró salir de la montaña tuvo y tiene diversas empresas de éxito, entre ellas varias productoras de televisión dedicadas a su mayor pasión: el automovilismo, llegando a correr en fórmulas profesionales como piloto. Es uno de los supervivientes más mediáticos, puesto que es también presentador de televisión, y da numerosas conferencias de superación personal.
