Es una de las obras de fantasía más famosas de todos los tiempos, pero, a pesar de su atractivo y la pasión que levantaba entre sus lectores, El Señor de los Anillos de J.R.R. Tolkien fue considerada imposible de filmar durante décadas, pero Peter Jackson demostró al mundo que estaba equivocado. Lo hizo en 2001, con el estreno de la primera película, El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo, a la que siguieron El Señor de los Anillos: Las dos torres y El Señor de los Anillos: El retorno del Rey en 2002 y 2003, respectivamente, y estableció nuevos estándares para el género fantástico con su monumental trilogía.
La recompensa fueron 17 premios Oscar (once de ellos para la última película, El regreso del rey, que llegó a ganar el de Mejor película) y una taquilla total de unos tres mil millones de dólares, sin mencionar el entusiasmo unánime por parte de los fans y de la crítica.
Las tres películas se rodaron de forma consecutiva, así que el rodaje en Nueva Zelanda, la tierra natal de Jackson, se llevó a cabo durante unos increíbles 438 días. Años después, todos los actores involucrados en el gigantesco proyecto elogiaron la experiencia única que habían vivido y la solidaridad en el set. Así, no es de extrañar que Ian McKellen aceptara de buena gana cuando se le preguntó si regresaría para la trilogía de El Hobbit para volver a meterse en su papel del mago Gandalf.
Sin embargo, el triunfo sin precedentes de El Señor de los Anillos no pudo repetirse y, a pesar de la emoción al respecto de y haber sido un éxito, probablemente sólo unos pocos fans de Tolkien opinan que las películas de El Hobbit están a la altura de la trilogía cinematográfica que la precede.
Al contrario que con El Señor de los Anillos, que fue cumplir un sueño como director, Jackson asumió el cargo de director en el último minuto, después de que Guillermo del Toro tirase la toalla, por lo que probablemente la nueva trilogía no significaba lo mismo para él a nivel emocional y artístico. Además, la trilogía El Señor de los Anillos pudo recurrir a toneladas de material, mientras que El Hobbit pretendía crear tres obras cinematográficas de aproximadamente dos horas y media a partir de una sola novela de mediana duración, algo que se nota mucho en el resultado.
Las necesidades de filmación también habían cambiado drásticamente en la era digital: mientras que la trilogía original es atemporalmente impresionante, sobre todo porque se filmó en lugares naturales reales y se utilizaron numerosos efectos prácticos, en El Hobbit predominaría el rodaje CGI y el uso de croma. Una circunstancia que molestó especialmente a Ian McKellen, que incluso llegó a llorar en el set.
La legendaria estrella de Hollywood que rechazó el papel más mítico de 'El Señor de los Anillos' y perdió 400 millones de dólares"Me sentí triste", admitió McKellen en declaraciones a Time Out sobre el hecho de haber actuado predominantemente frente a pantallas verdes durante la realización de El Hobbit.
"Tal vez sea sólo mi impresión, pero no recuerdo ninguna pantalla verde en El Señor de los Anillos. Si Gandalf estaba en la cima de una montaña, entonces yo estaba allí, en la montaña". "La tecnología se estaba inventando mientras hacíamos la película. [En 'El Señor de los Anillos'] No estuve involucrado en nada de eso, estaba actuando en una montaña. No suelo recordar los malos momentos, pero no creo que los haya habido. Creo que disfruté cada momento de hacer esas películas".
Asimismo, McKellen también contó su experiencia en una entrevista con Contact Music: "Para capturar a los enanos y a un Gandalf de gran tamaño, no podíamos estar en el mismo set. Lo único que tenía como compañía eran 13 fotografías de los enanos encima de stands con lucecitas", recordaba. "Hacer como que estás con otras 13 personas cuando estás solo, lleva tu capacidad técnica al límite absoluto".
No es por eso que me convertí en actor. De hecho, lloré. Lloré. Desafortunadamente, el micrófono estaba encendido y todo el estudio escuchó
Jackson confirmó más tarde que McKellen sufrió las limitaciones de filmar El Hobbit y la falta de interacción. No obstante, el británico volvió a darlo todo para estar a la altura de su papel estelar. En cualquier caso, no fue culpa suya que las películas fracasaran, al menos desde el punto de vista artístico.