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    Nadie lo adivinó, pero hace 27 años el título de este excelente thriller de David Fincher respondía a la pregunta más importante de la película
    Alicia P. Ferreirós
    Amante de las series y gran aficionada al terror, la ciencia ficción, la crónica negra y el ‘true crime’.

    Una increíble película de David Fincher que, como 'Se7en', logró engañarnos con su giro final

    Con tantos años de historia del cine y con la inabarcable cantidad de películas cuyas tramas, giros e incluso diálogos que han pasado a ser parte de la cultura popular, cada vez es más difícil para los creadores sorprender a los espectadores. Sin duda un buen guion lo es todo y son muchos los talentosos guionistas que nos siguen brindando grandes historias a día de hoy, pero muchas veces nos preguntamos si determinados giros que en su día hicieron grandiosa una película hubieran conseguido hacerlo a día de hoy.

    ¿Hubiéramos sospechado de que el personaje de Bruce Willis era un fantasma si se hubiese estrenado en 2024? ¿No hubiéramos identificado el misterioso planeta de la primera El planeta de los simios como la Tierra?

    A menudo nos dirigimos a ellos por la forma en que se conocen en inglés, pero el término "plot twist" ha existido siempre y, si lo pensamos, nuestra experiencia como espectadores se ha convertido en aprendizaje.

    Entre algunos de los giros de guion históricos que quizá hubiéramos visto venir a día de hoy, hay algunos ejemplos curiosos: los de películas que, como ocurrió hace 27 años con este excelente thriller de David Fincher, daba una pista bastante importante sobre el final de la película en su propio título. La pregunta es: ¿hubiese colado en 2024?

    El juego
    El juego
    Fecha de estreno 5 de diciembre de 1997 | 2h 08min
    Dirigida por David Fincher
    Con Michael Douglas, Sean Penn, Deborah Kara Unger
    Usuarios
    4,1
    Sensacine
    3,5
    Streaming

    Hay cineastas que disfrutan mucho "jugando" con los espectadores y entre ellos se encuentra David Fincher, todo un experto en giros y revelaciones finales impresionantes frente al que ahora jugamos con ventaja con tras títulos como Se7en o El club de la lucha, pero que en 1997 también logró sorprendernos con uno de sus mejores thrillers que no es tan conocido para el gran público como los anteriores.

    Protagonizado por un excelente Michael Douglas, El juego (The Game) es un thriller trepidante y verdaderamente sorprendente, que no deja de sorprender al espectador en todo momento y que, en este sentido, hace honor a su título a las mil maravillas.

    El título ya nos lo había dicho todo

    Como recordatorio, El juego (The Game) sigue las desventuras de Nicholas Van Orton, un hombre de negocios solitario y melancólico cuyo regalo de cumpleaños es registrarse en un juego personalizado, inventado por la misteriosa compañía CRS. Inicialmente molesto por los numerosos formularios que la empresa le pide que complete antes de que pueda comenzar el juego, Nicholas se siente casi aliviado al saber que su solicitud no fue aceptada.

    Pero cuando empiezan a ocurrir acontecimientos inquietantes a su alrededor, y cuando descubre que lo espían constantemente, hace todo lo posible para escapar de lo que cada vez parece más un complot en su contra. Tras un intento de asesinato, el robo de sus cuentas bancarias y ser enterrado vivo entre otros infortunios, el protagonista tiene más claro que nunca que esto es todo menos un juego, pero...

    ...Pero, si hubiera sabido el nombre de la película de la que era protagonista, tal vez Nicholas hubiera podido adivinar el extraordinario giro final que le esperaba: llevado al límite el protagonista acaba lanzándose al vacío desde lo alto de un edificio para aterrizar inexplicablemente sobre una estructura inflable, entre atronadores aplausos.

    Y es que, como Fincher ya nos había contado en el título de su largometraje desde el principio, todo era sólo un juego. Un juego gigantesco e inconmensurable, multimillonario, que supuestamente le devolvería el gusto por la vida.

    Y obviamente, al igual que Nicholas, absolutamente todos nos dejamos engañar.

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