El mundo es un lugar compuesto por opuestos. Isaac Newton lo convirtió en ley: toda acción genera una reacción de igual intensidad. La física, como ciencia que estudia la materia, puede ser, curiosamente, también metáfora de la antimateria. Antimateria aquí entendida como lo intangible, como las emociones, como la parte del ser humano que nos precisamente eso: humanos. De reacciones opuestas habla mucho Bridget Jones: Loca por él, la cuarta entrega de la comedia romántica protagonizada por Renée Zellweger en la que la tercera ley de Newton se convierte, también, en una declaración de amor.

Dirigida por Michael Morris, Bridget Jones: Loca por él sitúa a la protagonista en un momento muy diferente al de sus anteriores aventuras: tiene 51 años, dos hijos y es viuda. Ha pasado tiempo desde que Mark Darcy (Colin Firth) murió y la protagonista está decidida a cambiar el rumbo de sus días. Además de volver al trabajo, abre la puerta a un nuevo romance.
La estructura de las películas de Bridget Jones siempre ha sido la misma. Es tan simple como la suma más básica: una mujer torpe pero optimista se encuentra en una situación en la que tiene que decidir entre dos hombres mientras se enfrenta a su día a día. La tradición de la saga ha sido poner a Bridget entre Mark Darcy y Daniel Cleaver (Hugh Grant). La tercera entrega añadió un embarazo y la duda de la paternidad de la criatura: ¿es Darcy el padre o el debutante Jack Kuwait (Patrick Dempsey)? Por eso es una sorpresa descubrir que, tras dos secuelas, el capítulo más interesante, nuevo, maduro y diferente ha ocurrido 24 años después del debut del personaje en la gran pantalla.
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Bridget Jones: Loca por él no tiene miedo de llevar a la protagonista a un nuevo terreno: la muerte y el duelo. La película no escatima en momentos cómicos, que de eso sabe mucho esta saga, pero también es valiente atreviéndose a mostrar el dolor, el paso del tiempo y la tristeza sin endulzarlo. Risas y lágrimas. De opuestos va esto, ¿recuerdas?
Zellweger cumple como Bridget Jones y Hugh Grant no puede desprenderse, aunque lo intente, del carisma y la chulería con las que interpreta a Daniel Cleaver. La presencia de Colin Firth, un fantasma en forma de recuerdo y ensoñación, también abraza y ayuda a asentar los orígenes de la saga. Todos ellos y la historia rezuman madurez, sutileza, sabiduría y una aceptación vital de esas que solo da la experiencia.
Leo Woodall y Chiwetel Ejiofor son los nuevos fichajes y, para mantener la tradición, los dos hombres de esta aventura de la protagonista. Woodall con su Roxster, un joven de 29 años con el que Bridget tiene una relación, aporta ligereza y diversión a la historia. Ejiofor y su M. Wallaker, el estirado profesor del hijo mayor de Bridget, no es tan deslumbrante como el joven ligue de Bridget, pero sí el ejemplo perfecto de que el amor puede surgir a fuego lento y debería ser algo fácil. Aquí otra ronda de antagónicos.
Bridget Jones: Loca por él sí es el capítulo que faltaba por contar. Sigue siendo divertida, pero ha perdido el miedo a hacer daño. Porque de la muerte está claro que no se libra nadie. Tampoco Bridget Jones.