Vuelve a los cines una de las sagas de terror más exitosas: ahora es más gore y divertida que nunca
Tomás Andrés Guerrero
Tomás Andrés Guerrero
-Cinema Expert
Curtido en los VHS del ‘ultragore alemán’ o el cine de explotación italiano. Busca una adaptación cinematográfica que haga justicia a H.P. Lovecraft.

La sexta entrega de esta franquicia -que funciona con forma de ‘reboot’- aporta frescura, muertes más ingeniosas y alguna que otra sorpresa.

Tras más de una década de silencio, una de las franquicias más exitosas de terror regresa con una inesperada energía renovada con Destino final: Lazos de sangre, una nueva entrega que no solo busca revivir la fórmula de una muerte inevitable, sino que se atreve a expandir su universo con nuevas ideas, muchas más dosis de humor (y mala baba) y una clara ambición de madurez narrativa. Dirigida por Zach Lipovsky y Adam B. Stein (Kim Possible, Leprechaun: Origins), este nuevo capítulo mezcla el terror de siempre con una mirada más introspectiva a las raíces del trauma compartido y la herencia familiar, entregando así al espectador uno de los filmes más redondos y demenciales de la saga.

Destino Final: Lazos de sangre
Destino Final: Lazos de sangre
Fecha de estreno 16 de mayo de 2025 | 1h 50min
Dirigida por Zach Lipovsky, Adam B. Stein
Con Brec Bassinger, Teo Briones, Kaitlyn Santa Juana
Medios
3,2
Usuarios
3,0
Sensacine
4,0

La película comienza con una secuencia ambientada en los años 60 que, lejos de ser una simple artimaña narrativa, establece desde el primer minuto una atmósfera cargada de fatalismo y humor negro. Iris, la protagonista del prólogo, experimenta una visión de muerte masiva en una torre donde se encuentra un lujoso restaurante: un espacio cerrado y a mucha altura, con suelos de cristal que rápidamente se transforma en una trampa mortal. Este arranque es sin duda uno de los mejores de toda la saga, no solo muestra la habitual destreza visual de la franquicia en la planificación de muertes absurdamente elaboradas (con caídas al vacío traumáticas y algún que otro aplastamiento que sacará la sonrisa a más de uno), sino que también introduce el tema de la maldición heredada por los supervivientes y sus familiares. Iris no solo sobrevive, sino que carga con un secreto que décadas más tarde afectará a su nieta, Stefani, que comenzará a tener visiones similares. Este enfoque intergeneracional permite que Destino final: Lazos de sangre se aleje del simple esquema “premonición y posterior muerte en cadena”, para ofrecer una exploración del destino como una maldición que se transmite de una generación a otra. El guion introduce con acierto la idea de que la muerte no es solo una fuerza externa e invisible, sino algo que puede incubarse en la psique familiar, aportando otras capas al mito fundacional de la franquicia.

New Line Cinema/Warner Bros.

Uno de los logros que consigue esta sexta entrega es el tratamiento más cuidadoso de los personajes. En entregas anteriores, las víctimas de la Muerte solían ser clichés andantes: el atleta, la chica popular, el friki, etc. En Destino final: Lazos de sangre, sin embargo, se observa una clara intención por construir roles más humanos y complejos. Stefani (interpretada por la semi desconocida Kaitlyn Santa Juana) es una joven marcada por la ansiedad, que intenta entender su lugar en una familia que guarda muchos secretos. Su hermano Charlie (Teo Briones) funciona como contrapunto racional frente a la paranoia que sufre su hermana. La dinámica familiar, sumada a la pérdida de cordura en aumento de todos ellos, permite que el espectador conecte con los miembros de este peculiar clan. En este sentido, la película toma prestados elementos del cine de terror más intimista, casi como si metiera en una coctelera la mecánica gore de Destino Final con el trasfondo psicológico de películas como Hereditary o It Follows. El resultado es una cinta que mantiene el divertimento sangriento, pero que también se preocupa por provocar incomodidad emocional. Además, como es habitual, el guion se reserva más de una sorpresa que causa estupor y -otras veces- la carcajada buscada.

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Las muertes, como es de esperar en cualquier película de esta franquicia, siguen siendo el gran atractivo. Destino final: Lazos de sangre no decepciona en este apartado: cada muerte está milimétricamente coreografiada para maximizar la tensión y provocar más de una risotada. Los directores juegan constantemente con las expectativas del espectador, para hacer creer que la muerte vendrá por un lado, para luego tomar un giro completamente inesperado. Una escena en particular -ambientada en un estudio de tatuajes- es una clase maestra de generar tensión. Aquí, el horror se convierte en un juego macabro de posibilidades, donde cada objeto cotidiano es un posible verdugo para los protagonistas. Además, hay momentos donde la película se ríe de sí misma, de su propio legado y de las expectativas del público. Este humor negro, bien dosificado, se convierte en una herramienta no solo para relajar tensiones, sino como guiño a los fans del género.

Por si fuera poco, la presencia de Tony Todd (el mítico protagonista de Candyman) como William Bludworth (el siniestro forense que ha aparecido en múltiples entregas) otorga una conexión directa con el lore original. Su aparición en esta ocasión, más simbólica que importante para el desarrollo, representa un cierre emocional para la saga. Todd vuelve con la misma sobriedad de siempre, pero esta vez con un matiz más reflexivo, casi como si fuera la voz de la muerte que ha aprendido a observar en silencio. Es un momento que no solo sirve como ‘fan service’, sino como punto de inflexión en el tono de la película.

New Line Cinema/Warner Bros.

En definitiva, Destino final: Lazos de sangre es una sorprendente reivindicación de una franquicia que, para muchos, parecía agotada. No solo consigue revitalizar la fórmula, sino que la eleva al añadir nuevas capas, una narrativa más sólida y un enfoque estético más ambicioso. Aunque sigue siendo una película formulaica (muertes en cadena, tensión, un reparto joven), la inteligencia de su ejecución y el respeto por su propio universo hacen que se perciba como un producto más fresco. Es un homenaje, una evolución, una posible despedida y -para los fans de toda la vida- es un regreso triunfal. Además, supone para los nuevos espectadores una puerta de entrada perfecta a este peculiar universo. Se trata, sin duda, de una demostración de que incluso los formatos más explotados del género pueden revivir si se les trata con respeto, ingenio y corazón.

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