Aunque hay un dicho que afirmaba que "segundas partes nunca fueron buenas" y que podía aplicarse a muchos ámbitos de la vida, lo cierto es que a lo largo de los años encontramos muchos ejemplos que lo desmontan. O si no que se lo digan a películas como El Padrino II o Aliens, el regreso, que a menudo suelen ser las favoritas de muchos incluso por delante de su predecesora.
No obstante, también hay una larga lista de secuelas fallidas que dieron origen al dicho en primer lugar, independientemente de las ganas y expectativas de los seguidores que habían adorado la primera película. Un ejemplo claro lo encontramos a principios de los 90 con Los inmortales II: El desafío, la primera secuela de la película de fantasía Los inmortales que se había estrenado 5 años antes.
Dirigida por Russell Mulcahy y protagonizada por Christopher Lambert, Roxanne Hart y Sean Connery, entre otros, Los inmortales tampoco había sido un gran éxito en su estreno. Con una taquilla de apenas 13 millones de dólares -menos de lo que había costado- y críticas mediocres, el filme no destacó en su debut en 1986, pero acabaría generando una base de seguidores hasta llegar a ser considerada de culto y dar lugar a su propia franquicia.

La primera secuela de Los inmortales, sin embargo, fue un desastre. El público la esperaba con ganas, pero, ya desde que se estaba gestando todo parecía destinado a salir mal. El guion tuvo que ser reescrito en varias ocasiones pero ni siquiera el resultado final fue bueno y, una vez comenzado el rodaje, las tensiones y el clima en el set empeoraron la situación.
De nuevo con Mulcahy como director y con los regresos de Connery y Lambert y algunas nuevas incorporaciones, Michael Ironside, quien interpretó al villano general Katana en la película, fue claro al respecto años después: solo lo hicieron por dinero, tal y como recoge JoBlo y recuerdan nuestros compañeros de AlloCine:
"Sí, escucha, odiaba ese guion. Todos lo hacíamos. Yo, Sean [Connery], Chris [Lambert]. Todos estábamos metidos por dinero. O sea, parecía escrito por un niño de trece años. Pero nunca había interpretado a un espadachín bárbaro y esta era mi primera gran mente maestra malvada. Pensé que si iba a hacer esta película absurda, más me valía divertirme y pasarme de la raya. Todas esas miradas de disgusto y espuma por la boca eran mi decisión de que si iba a estar en una película tan cutre como esa, iba a ser lo más memorable, y creo que lo conseguí", sentenció el actor.
Por si fuera poco, el rodaje se vio afectado por graves problemas financieros y finalmente acabó siendo la compañía de seguros de la película la que se hizo cargo del proyecto, apartando al director Russell Mulcahy de cualquier decisión artística. Christopher Lambert vio cómo parte de sus honorarios se esfumaban en malas inversiones, mientras que Sean Connery se conformó con una breve aparición, suficiente para cobrar su cheque.
Una vez finalizada, el resultado de lo desastroso de todo el proceso se notaría en pantalla y la acogida entre público y crítica no fue buena. También fue un fracaso económico.
"Defenestrada sin piedad por todos los seguidores de la original 'Los inmortales' (1986), esta secuela directa, de nuevo dirigida por el controvertido Russell Mulcahy, carga con el estigma de ser una de las segundas partes más odiadas del Hollywood moderno", comienza la crítica de 1 estrella sobre 5 para SensaCine firmada por Néstor Hidalgo. "Aquejada por una persistente resaca ochentera, es posible que todos sus excesos funcionan menos como fuente de entretenimiento que como curiosidad arqueológica para, irónicamente, un lejano futuro".