James Cameron es sinónimo de espectáculo grande con todas las letras. Esto significa también que sus películas se vuelven exageradamente largas, porque quiere amortizar todo el valor de la entrada del espectador aunque desafíe a sus vejigas. Esta tendencia a huir de los metrajes ajustados responde a una necesidad de control derivada de sus inicios.
Porque sólo tiene una película realmente corta, y él mismo preferiría que nunca más se hablase de ella. Piraña II: Los vampiros del mar fue su debut en la dirección, haciendo un encargo de secuela de apenas hora y media que le sirvió como prueba de fuego para saber lo que es dirigir una película.
Anne Kimbrough es una instructora de submarinismo que intenta descubrir la causa de la muerte de un buceador. Anne cuenta con el apoyo de su novio, Tyler Sherman, y de su exmarido, el jefe de Policía Steve Kimbrough, en la investigación. Anne descubre unos voraces peces asesinos que poseen alas, lo que les permite volar fuera del agua para atacar a las personas.
James Cameron fue despedido de una de las peores películas de terror de la historia: Siempre ha renegado, pero no pudo quitar su nombreEl origen de estos peces mutantes se encuentra en unos huevos depositados en un buque hundido en el fondo del mar, cerca de un lujoso complejo hotelero. Los terroríficos peces son los responsables de nuevas muertes. Anne, preocupada por la seguridad pública, pide al director del alojamiento turístico que anule un importante evento anual organizado por el hotel en la playa. Sin embargo, éste desoye los consejos de la instructora de buceo y sigue adelante con sus planes.
Productores italianos corrieron a hacer una explotación de la franquicia de Piraña después de que la primera película fuese un exitazo. Roger Corman, que produjo aquella primera película, dejó caer el nombre de James Cameron para realizarla, ya que trabajaba en efectos especiales y quería dar el siguiente paso en su carrera. Además, mostraba pasión por el agua.
'Piraña II: Los vampiros del mar': desastre marino
Pero este fue un encargo envenado. El productor Ovidio G. Assonitis quería una secuela lucrativa por menos dinero, y dio apenas recursos a un Cameron que tuvo que preparar guion y localizaciones en la costa jamaicana en tiempo récord. Y, aun así, las discusiones con los productores fueron constantes, llevando a menudo a que fuera despedido, o carente de autoridad.
James Cameron tiene "una parte sagrada" en el proceso de hacer películas y es lo que hace posible trabajar en armonía durante 18 mesesIncluso la post-producción fue desastrosa, con Cameron intentando colarse en la sala de montaje para que no maltratasen su trabajo. Se fue hasta Roma para intentar recuperar el control, pero sirvió de poco. De aquel viaje sacó una infección alimentaria que le provocó pesadillas de un esqueleto mecánico yendo a por él. De ahí sacó The Terminator, la película que le cambió la vida.
Puedes ver Piraña II: Los vampiros del mar en alquiler.
Si quieres recibir nuestras propuestas y los estrenos en tu mail suscríbete a nuestra Newsletter