Anaconda (2025), es un experimento a modo de 'comedia-meta' que pretende reinventar la franquicia de la -que intentaba a priori ser una- película de terror de 1997. El filme llega a salas con un reparto que levanta expectativas y una premisa realmente atractiva: figuras cómicas de la talla de Paul Rudd y Jack Black se embarcan en una delirante aventura para hacer una especie de 'remake' de la película original desde dentro de la cinta. La idea, a priori , promete ser un despiporre y llega con un potencial narrativo, que debería garantizar carcajadas y una idea gamberra sobre el cine, la nostalgia y la industria. Sin embargo, en su ejecución final, el experimento tropieza con varios obstáculos que lo alejan de la comedia redonda que prometía ser.
El gran activo del filme es, sin duda, su elenco. Jack Black y Paul Rudd -dos cómicos con estilos marcadamente distintos, pero que están en el Olimpo del humor- conforman una dupla con química natural que pocas producciones de gran estudio se atreven a alinear como protagonistas absolutos. Black despliega su habitual energía desbordante, mientras que Rudd ofrece el contrapunto sosegado que suaviza y equilibra las explosiones escénicas de su compañero. Esta contraposición debería haber sido el corazón cómico del filme –y por momentos lo es- pero sus virtudes quedan a menudo ahogadas por la inconsistencia del guion.
La presencia de secundarios consolidados como Thandiwe Newton y Steve Zahn enriquece aún más la acertada elección de reparto. El elenco protagonista respira momentos un verdadero encanto y complicidad grupal, apuntando a una comedia de camaradería que, lamentablemente, nunca termina de materializarse con coherencia.
Sony Pictures
Una premisa verdaderamente llamativa que se dispersa
La intención de Anaconda -una sátira ‘metacinematográfica’ sobre la obsesión por revivir clásicos de juventud- era, sobre el papel, verdaderamente llamativa. El relato sigue a cuatro amigos de mediana edad que, enfrentados a sus crisis personales, se adentran en la selva amazónica para rodar su propia versión del filme original de 1997 protagonizado por Jennifer Lopez. El choque entre ese sueño absurdo y la crudeza de la naturaleza real (con una anaconda real surgiendo de sus entrañas) podría haber sido terreno fértil para una comedia de enredos inteligente con apuntes sobre la autoconsciencia del cine.
Así como se explora de manera efectiva la nostalgia y la amistad, el guion parece -a ratos- diluir sus mejores ideas en ‘gags’ que no terminan de cuajar. La sátira se aprecia a menudo superficial, y aunque hay destellos de ingenio, estos quedan eclipsados por chistes que no sólo fallan en ser memorables, sino que parecen metidos con calzador en el ritmo de la historia. Anaconda no termina de encontrar el tono adecuado entre comedia, sátira y aventura absurda. En algunos pasajes las bromas funcionan -especialmente cuando juegan con la 'auto-referencialidad' del 'proyecto-dentro-del-proyecto'- pero en otros el humor parece forzado o poco depurado. La película parece caminar en una línea imaginaria sin comprometerse completamente a una dirección cómica clara, lo que se traduce en chistes que se parecen desconectados del argumento o que no provocan la risa esperada.
"Nunca quieres perder la oportunidad de reírte de esta industria": 'Anaconda' es una meta-película que reinventa y se ríe con la película de 1997Incluso comparaciones con títulos satíricos más inspirados (uno no puede evitar evocar constantemente en la genial Tropic Thunder) muestran lo que Anaconda podría haber sido: una comedia que no sólo se ríe de sí misma, sino que también desarrolla un arco narrativo contundente y divertido. Aquí, sin embargo, los momentos más potentes son aislados, en lugar de formar una progresión cómica sostenida. De hecho el ingenio más atinado llega justo antes de los títulos de crédito, algo que da que pensar que igual debería haber sido un divertido 'sketch' o pieza de una producción formada de varias historias.
¿Metacine más allá del simple artificio?
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El principal atractivo del proyecto era su condición de 'reboot metacinematográfico': la idea de explorar las motivaciones y frustraciones de los creadores detrás de un 'remake' ficticio. Esta capa, que debería ofrecer una mirada afilada al cine contemporáneo y a la cultura de rehacer clásicos (por casposos que sean), queda poco desarrollada. La película se queda más cerca del 'gag' fácil que de una crítica incisiva sobre la industria, desaprovechando en buena medida su concepto más que original.
Estamos ante filme que se ve impulsado por un reparto brillante y una idea original, pero que falla en sacar adelante todo su potencial humorístico y narrativo. Black y Rudd, junto a un elenco totalmente entregado (y que parece divertirse de lo lindo), ofrecen momentos brillantes de complicidad, pero el guion (y la falta de un tono definido) impiden que esos destellos se transformen en una comedia memorable y cohesiva. De esta forma, la película se queda a medio camino entre lo ingenioso y lo fallido: una pieza curiosa que puede entretener a ratos, pero que no logra justificar plenamente su propia premisa meta ni sostener un ritmo cómico que alcance su ambición desde el anuncio del proyecto. Una vez más, una película de Tom Gormican (El insoportable peso de un talento descomunal) se queda en una buenísima idea que acaba desdibujada con el avance del metraje. Un pena.