Lo de Isaki Lacuesta empieza a ser algo inabarcable. Cineasta de inteligencia superlativa y de instinto innato, lleva desdoblándose (multiplicándose, mejor dicho) desde su ópera prima ('Cravan vs. Cravan (Cravan vs. Cravan)') como un cineasta inabarcable, volcando lo mejor de sí mismo ya sea en un largometraje estrenado de forma, digamos, convencional, en una pieza para los extras de un DVD (no olvidemos su alucinante aportación al cofre que Intermedio editó sobre Chris Marker) o, en el caso que nos ocupa, una película-encargo que a modo de biopic de una estrella de Hollywood sirva para acompañar sus películas en un determinado canal de televisión. La estrella en cuestión: Ava Gardner; el desafío de Lacuesta: llevar el campo del documental biográfico hacia una zona artística donde la pieza en sí tenga la entidad suficiente como para brillar con vida propia. Como resultado queda 'La noche que no acaba', particularísimo recorrido por la huella que Ava Gardner dejó a su paso por España: una pieza de una belleza cinéfaga, claro, pero también empírica, donde la experimentación conjuga perfectamente con la melancolía de los tiempos pasados, perdidos. Lacuesta se apropia de las armas del "found footage" para erigir un poema plástico donde la Gardner pueda convivir tanto como estrella inalcanzable como mujer solitaria en busca perpetua de un amor desesperado. Un palimpsesto (palabra tabú en la crítica moderna) referencial que rescata su indeleble presencia en el celuloide clásico compaginada con un seguido de rimas con su vida real, dejando como resultado un retrato bañado en melancolía donde la persona y la figura acaban siendo un mismo ser, un icono insoslayable de lo que significaba ser libre, en un tiempo (y un país) donde la libertad, directamente, no existía.
El equipo de 'Pa negre' posa frente al mar
Agustí Villaronga, un asiduo del festival, ha presentado en sección oficial competitiva su nueva película, 'Pan Negro (Pa Negre)', un nuevo cuento de fantasmas anclado en la posguerra española, con el imperativo narrativo de situar a un niño en el epicentro de un relato cargado de violencia, podredumbre y terrores varios. En el año 2010 no es ningún secreto decir que Villaronga está (como Bigas Luna o Álex de la Iglesia) lejos de sus películas primigenias -pensamos, principalmente, en la sublime 'Tras el Cristal'- pero aún así consigue levantar un relato lo suficientemente interesante como para resucitar una temática con la que el cine español nos ha machacado hasta exasperarnos como es todo aquello que envuelve a la guerra civil. Y es que 'Pa negre', sin ser nada del otro mundo, al menos consigue inquietar tanto por sus aciertos estrictamente cinematográficos (pocos) como por algún toque argumental inquietamente interesante. Aún así, claro, sabe a poco: la película no se libra del maniqueísmo típico en este tipo de conflictos (los ricos y fachas son malos malísimos) y sus aciertos tienden a naufragar en errores posteriores. Una lástima porque Villaronga, al fin y al cabo, sí es un realizador con cosas de contar (no como tantos otros).
Cerramos con 'Elisa K', película filmada a dos manos por el veterano Jordi Cadena (responsable de la parte más interesante: la primera hora de película) y la responsable de '35 días de invierno', Judith Colell. Un cuento trágico alrededor de la violación de una niña que posee su parte más interesante en una voz en off que, a modo literario, avanza los actos que están a punto de suceder. Película-concepto que no acaba de coger una correcta estilización, resulta un desafío para el cómputo global de producciones patrias aunque no acabe de apuntalar sus muchos aciertos. Aplaudimos su voluntad pero suspendemos sus resultados.
Música de fondo: Tom Waits.
Alejandro G.Calvo
